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Torra anuncia en Berlín que no acatará la Constitución

El separatismo planea una toma de posesión como la de Puigdemont, sin bandera de España y con un juramento por el pueblo de Cataluña.

El separatismo planea una toma de posesión como la de Puigdemont, sin bandera de España y con un juramento por el pueblo de Cataluña.
Quim Torra y Carles Puigdemont | EFE

Espectáculo en Berlín. Un expresidente de la Generalidad prófugo y un presidente de la Generalidad que todavía no ha tomado posesión del cargo han dado una rueda de prensa conjunta, de presidente a presidente. De momento, Torra hace lo que dice Puigdemont, como ha quedado de manifiesto en la insólita comparecencia. El presidente "legítimo" ordena, el presidente "legal" será el encargado de ejecutar las órdenes y como dijo en el pleno, asume las posibles responsabilidades judiciales. Un gestor de la "provisionalidad", testaferro dispuesto a inmolarse.

Si los mensajes de Twitter y los artículos en la prensa digital catalana han causado sensación, apunta las mismas maneras atendiendo a los medios. En su primera entrevista como president en la emisora de la Generalidad ha presumido de tener a todos los miembros de su familia apuntados a los Comités de Defensa de la República (CDR) y ha dejado claro que aunque la mayoría de la población se oponga a la república, lo intentarán de nuevo. Es más, si por él hubiera sido, habría que haber defendido la república. Torra quería los tanques por la Diagonal pasara lo que pasara. "Tal vez el independentismo no fue bastante explícito a la hora de explicar el esfuerzo y el sacrificio que también implicaba llegar a la independencia", ha declarado en la radio.

El presidente investido se define como un presidente "en funciones", un hombre puente entre Puigdemont y Puigdemont. Así lo ha expresado en la capital alemana, a donde ha ido a rendir pleitesía al que el separatismo considera presidente "legítimo" y en activo.

Tras el viaje a Berlín, Torra volverá a protagonizar con toda seguridad un choque con el Estado en el acto de toma de posesión. Ya ha dejado claro que se ceñirá a la fórmula que utilizó Carles Puigdemont cuando recibió el cargo de manos de Artur Mas. En aquella ocasión, fue la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, quien alteró la fórmula para preguntar a Puigdemont si cumpliría las obligaciones del cargo con "fidelidad al pueblo de Cataluña", dejando fuera al Rey y a la Constitución. Torra pretende hacer lo mismo, pero con la diferencia de que esta vez el Gobierno quiere organizar la toma de posesión y asegurarse de que no se cambia la fórmula que se había seguido hasta hace dos años y medio. Cabe recordar que el Tribunal de Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) rechazó un recurso en contra del formato republicano de esa toma de posesión.

No será el único conflicto de carácter simbólico. Puigdemont y Torra pretende ejercer una perfecta bicefalia con un reparto claro de papeles. Puigdemont quedará cubierto por un "consejo de la república en el espacio libre de Europa" para seguir con la internacionalización de la querella catalana y Torra será el presidente en el interior, encargado de impulsar una asamblea de electos separatistas que suplante a la cámara autonómica y de mantener la agitación en las calles.

Nombramiento de presos

Además de por la toma de posesión, también habrá conflicto en la formación de gobierno si Torra insiste, como ya ha dicho por activa y por pasiva, en restituir en sus puestos a los exconsejeros y altos cargos cesados por el golpe de Estado que así lo deseen. Es lo que los nacionalistas llaman "principio de restitución" y con el que pretenden acabar invistiendo a Puigdemont.

Torra y Puigdemont han exigido al Gobierno que levante el 155 y el control financiero de Hacienda y han pedido mediación a la Unión Europea. El nuevo presidente, Torra, ha conminado a Rajoy a marcar día y hora para una reunión en la que lo primero que hará Torra, de producirse el encuentro, será exigir al presidente de Gobierno "respeto por el derecho de autodeterminación de los catalanes".

Rumbo de colisión a la espera de la toma de posesión, un pulso "protocolario" entre el Gobierno y el nuevo presidente de la Generalidad, un "activista" fanático con un discurso frentista que no tiene ningún reparo en afirmar que es partidario de la toma de las calles. El primer guiño a la CUP del presidente CDR ha sido el de sumarse con entusiasmo la propuesta de la "asamblea de electos".

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