Compañeros del juez discrepante en el caso de la Manada desmienten y desprecian a Catalá
Ricardo González es "una persona absolutamente normal", "en absoluto conozco un problema que impida su desempeño".
Rafael Catalá sembró la duda sobre el magistrado Ricardo González. Lo hizo de forma "sibilina", "temeraria" e "intolerable", entre otros calificativos usados por las asociaciones de juristas. Tachó de tarado al autor del voto particular en la sentencia contra La Manada porque, o no comparte sus argumentos jurídicos o la presión social marca su discurso. E invocó el indeterminado "todos lo saben", "todos en el mundo judicial lo saben", "aunque yo no lo conozco personalmente". Mintió, como ha evidenciado su superior directo, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, que defiende a "una persona absolutamente normal, un buen juez". Joaquín Galve Sauras "en absoluto" conoce ningún problema que impida su correcto desempeño.
El TSJN ha lamentado "muchas informaciones falsas y malintencionadas" sobre González. Catalá ha emprendido un "ataque directo a la independencia del poder judicial" que para todas las asociaciones de magistrados y fiscales debería "provocar su inmediata dimisión". Porque, además del precedente peligroso para el respeto de las resoluciones judiciales, el Poder Ejecutivo se despliega una vez más en "una injerencia" en un asunto subjudice.
Ricardo González nació en 1960 en Madrid. Está casado y tiene dos hijos, sin reseñas atípicas. Ha ejercido desde 1986 su carrera como jurista; 32 años en juzgados y tribunales de la Comunidad Valenciana, Castilla y León, País Vasco y Navarra, donde aterrizó en 2001 como miembro de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. Sus dos hermanos se dedican también al derecho en las materias civil y social en la Comunidad Foral.
Solo existe un pero en su historial como magistrado: la sistemática dilatación de los plazos; el tiempo excesivo que dedica a cada una de sus resoluciones. En este sentido, acumula cuatro expedientes por retrasos a finales de los 90 como titular del Juzgado de Instrucción nº6 de Bilbao. Una sanción se debe a una demora de más de dos años en la sentencia de un proceso por divorcio. Otra supuso la suspensión por seis meses debido a una falta muy grave de retraso injustificado y reiterado en la tramitación y resolución de causas.
La larga espera hasta la publicación de la sentencia contra los miembros de La Manada responde a la tardanza de este magistrado. Ricardo González armó un voto particular de 237 páginas, más de un centenar de folios más largo que la resolución aprobada por sus compañeros de Tribunal. Varias partes del procedimiento consideraron "inaceptable" esta dilación, puesto que los acusados se encontraban en prisión provisional desde el 7 de enero de 2016.
"El problema singular"
Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Navarra explican que González permaneció más de un año de baja laboral por depresión. Regresó en 2008 al ritmo habitual de trabajo, aunque sufrió posteriormente alguna recaída, según sus compañeros de la Audiencia Provincial. Los mismos añaden que la Sección Segunda soporta una exagerada carga de trabajo y definen al magistrado madrileño como un juez "muy inteligente", además de "discreto".
"En España tenemos 5.500 jueces magníficos y muy profesionales. Pero como en todas las corporaciones, hay algunas personas con dificultades", disparó Catalá. La única "dificultad" que reconocen sus compañeros en la del perfeccionismo en sus resoluciones: "tiende a la argumentación excesiva por sus amplios conocimientos jurídicos". El órgano de gobierno de los jueces ha precisado que, en el mandato del actual CGPJ, en los últimos cuatro años, Ricardo González no ha sido objeto de ningún expediente disciplinario.
Voto particular
El desarrollo de los acontecimientos en la instrucción del caso y el juicio daba pistas de la determinación de Ricardo González. Votó siempre por la puesta en libertad provisional de los cinco acusados en contra del criterio de sus dos compañeros: José Francisco Cobo y Raquel Fernandino.
Tomó la palabra en la vista oral para cuestionar el testimonio de la víctima: "¿De qué forma, ya sea gestual, verbal o de otra índole, podrían saber los acusados que no eran relaciones sexuales consentidas?" -la denunciante declaró que entró al portal en estado de 'shock', cerró los ojos y se sometió para que todo pasara cuanto antes. "No valoro nada, quiero simplemente puntualizar, desde mi punto de vista, extremos que pudieran ser relevantes en su caso", se justificó el magistrado ante la Sala. "En cualquier caso, daño, dolor durante ese episodio ha quedado claro que no sintió usted".
Ricardo González basó su voto en la percepción de los hechos como "actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo".
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