Si Albert Rivera, durante el I Encuentro Nacional de Ciudadanos celebrado el pasado fin de semana en El Escorial, pidió a sus líderes territoriales "ayuda y compresión" ante su intención de incorporar a muchos independientes para las elecciones autonómicas y municipales de 2019, su número dos, José Manuel Villegas, fue todavía más taxativo a puerta cerrada: "Si alguien antepone su intención de estar en las listas al proyecto del partido, no estará en las listas".
La advertencia la escucharon todos los líderes municipales y autonómicos, aunque para algunos, como la portavoz en el Ayuntamiento de Barcelona, Carina Mejías, ya era superflua. Veinticuatro horas antes, Rivera confirmaba ante los medios el ofrecimiento al ex primer ministro francés Manuel Valls, barcelonés de nacimiento, para encabezar la candidatura a la Ciudad Condal, poco después de que el propio Valls desvelara en una entrevista televisiva que se lo estaba "planteando".
Quien también escuchó las advertencias públicas y privadas de la cúpula naranja, entre otros muchos, fue el portavoz en la Asamblea de Madrid, Ignacio Aguado, a quien la dirección cuestiona desde hace tiempo como candidato pese a considerar que su actuación este último mes, durante la agonía de Cristina Cifuentes, ha sido correcta por haber seguido las instrucciones de la dirección nacional. Sin embargo, cuando se consumó la dimisión de la popular el pasado miércoles, coincidiendo con el primer día de debate de los Presupuestos en el Congreso, Albert Rivera decidió convocar a los medios en el escritorio de la cámara baja para valorar la noticia, pese a que casi a la misma hora, en la Asamblea madrileña, hacía lo mismo Aguado, quien quedaba así eclipsado mediáticamente.
Un candidato mal valorado
Cuarenta y ocho horas después, Ciudadanos recibía otra buena nueva demoscópica en la encuesta de Metroscopia publicada este viernes por El País, que le sitúa como ganador en la Comunidad de Madrid con los mismos escaños (48) que el PP en 2015 y con la posibilidad de elegir pareja de baile para gobernar, pues sumaría tanto con los 33 escaños que el sondeo otorga al PSOE como con los 25 que obtendrían los populares, sin ser suficiente ninguna otra combinación alternativa, salvo un improbable tripartito PSOE-PP-Podemos.
Unos datos que contrastan con la mala valoración que los madrileños hacen de Aguado, quien recibe un -14 en el saldo entre aprobación y desaprobación y que apenas es aprobado por el 31% de los votantes del partido naranja.
Sólo Cifuentes, en una encuesta realizada los días previos a su dimisión, sale peor parada, con un menos 46, mientras que el socialista Ángel Gabilondo es el mejor valorado con 23 puntos positivos, doce más que los que tenía hace un año, recibiendo además la aprobación del 80% de los electores socialistas. La portavoz de Podemos, Lorena Ruiz-Huerta, recibe un -9, aunque el candidato morado será Íñigo Errejón.
Un independiente como sustituto
Entrevistado esta semana en el programa Es La Tarde de Dieter, de esRadio, al propio Aguado le planteaban la cuestión sobre su futuro, a lo que contestaba que le "encantaría" ser el candidato pero que eso "depende de las primarias". En 2015 no las hubo al ser él el único candidato. Sí se celebraron para la candidatura a Madrid capital, aunque con una candidata respaldada por el aparato del partido, Begoña Villacís, que derrotó a un outsider como Jaime Trabuchelli.
Lo cierto es que Albert Rivera baraja la opción de un independiente como candidato madrileño, una especie de Manuela Carmena naranja. El problema de Aguado no sería tanto de currículum, pues se le estima en ese sentido, como de olfato y pegada política, un aspecto en el que no habría ganado enteros en estos tres años de actividad parlamentaria en Madrid, a diferencia de alguno de sus compañeros, siempre a juicio de la cúpula riverista. Desde su entorno niegan que esté cuestionado y restan importancia al dato de valoración que refleja Metroscopia, ligeramente mejor, recuerdan (apenas un punto) al de 2017.
Aún queda tiempo para tomar la decisión definitiva, como en el resto de territorios. Las circunstancias políticas, como ha quedado de manifiesto durante las últimas semanas en la Comunidad de Madrid, pueden adoptar giros inesperados. Tampoco es descartable del todo que la situación termine en un conflicto interno, si la dirección decidiese el relevo finalmente y Aguado se resistiera concurriendo a unas primarias.