Conducir un vehículo después de haber consumido drogas es más habitual de lo que parece. Así se desprende de los datos facilitados por el Gobierno sobre el número de test que se realizaron en las carreteras españolas en 2017 y los que dieron positivo. En total, el año pasado, el 34,7 por ciento de los conductores a los que se les hizo habían consumido drogas. Pese a esto, la cifra se reduce un poco respecto al año anterior, cuando los test positivos fueron un 39,1 por ciento de los realizados.
Estos datos, que han sido facilitados en una respuesta por escrito en el Congreso de los Diputados a los parlamentarios socialistas Miguel Ángel Heredia y María Aurora Florez, incluyen los controles de drogas realizados por la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en las carreteras principales y secundarias. No se incluyen datos de ciudades, donde la competencia es de las policías locales, ni del País Vasco y Cataluña, donde esa competencia es de las policías autonómicas.
En total, los agentes del Instituto Armado realizaron 89.812 test de drogas a diferentes conductores durante el año pasado. De ellos, 31.165 dieron positivos. La provincia con más positivos fue Madrid, con 1833 casos, seguido muy de cerca por Sevilla, con 1824 casos. La que menos casos de positivos tuvo en 2017 fue Soria, con 198 casos. En 2016 se habían realizado 65.169 controles de estupefacientes, de los que 25.669 fueron positivos.
Hay que tener en cuenta que el test de drogas no siempre se realiza a los conductores. Primero se hace el test de alcoholemia y, en el caso de que este dé positivo, ya no se hace el de drogas, ya que no se puede sancionar dos veces al conductor por el mismo delito, conducir bajo los efectos del alcohol o estupefacientes. Solo en el caso de que el conductor dé negativo en el control de alcohol se procede a realizar el test de drogas.