La intervención de la Generalidad en virtud del artículo 155 se lleva a cabo con celo inquisitorial, según los cargos de confianza separatistas que permanecen en sus puestos. Parálisis, asfixia, censura y represión son algunos de los adjetivos que utilizan para definir lo que llaman "régimen del 155". Sin embargo, el supuesto rigor del Gobierno contrasta con la decoración separatista de los edificios y despachos oficiales de la administración autonómica o con el chusco episodio protagonizado por el exconsejero de Cultura, el huido Lluís Puig, que ayer se coló en la "embajada" de la Generalidad en Bruselas para pronunciar un discurso "literario" sobre el centenario del nacimiento del escritor Manuel de Pedrolo.
Puig subrayó la "hazaña" nada más comenzar su discurso: "Como ciudadano libre ante la justicia europea es un placer estar aquí". En la cuenta de Twitter del "gobierno catalán en el exilio" muestran la fotografía. Posa Puig tras un atril con el escudo de la Generalidad y luce el pin de conseller y el lazo amarillo. El acto fue organizado por la delegación del "Govern" ante la Unión Europea, la denominada "embajada" en Bruselas y que no fue cerrada con el 155, y el Casal Català de la capital belga.
El Ministerio de Exteriores ha anunciado que tomará medidas, que no concreta. De momento ha pedido explicaciones a Inmaculada Bultó, la sustituta de Amadeu Altafaj, cesado tras la intervención administrativa. Exteriores aduce además que había dado "órdenes estrictas" para que no se celebrara ningún acto político. La sede no fue cerrada porque se interpretó que se dedicaba a fomentar las relaciones comerciales de Cataluña. El pasado enero el Ministerio ordenó cerrar por un día la sede para que el presidente del Parlament, Roger Torrent, no se reuniera con Puigdemont en las instalaciones intervenidas.
En el marco del 155, ayer trascendió también el nombramiento por parte del Ministerio del Interior de dos políticos separatistas para dirigir la escuela de Mossos y Bomberos de la Generalidad.