El presidente del Parlament, Roger Torrent, de ERC, es un títere en manos de Junts per Catalunya (JxCat) y Carles Puigdemont. Ora convoca, ora desconvoca plenos de investidura a capricho del grupo del expresidente y sus candidatos de paja, Jordi Turull y Jordi Sànchez. Torrent pretende aparentar normalidad, insiste mucho en la necesidad de formar gobierno para recuperar la Generalidad y "derogar" el artículo 155, pero se desdice una y otra vez ante las exigencias de la formación de Puigdemont, que también ha desbordado al PDECat, los restos de Convergencia.
Los partidos nacionalistas vuelven a utilizar la cámara a su antojo, como en la anterior legislatura. La mayoría separatista en la mesa ha impuesto la presentación de una querella por prevaricación contra el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena por no dejar salir de la cárcel a Sànchez. Le acusan de haber incumplido una inexistente "resolución" del comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre los derechos políticos del preso que presidió la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y número dos de la lista de Puigdemont. No obstante, partidos y medios separatistas no se acaban de poner de acuerdo respecto a lo de la ONU. Para unos se trata de una "requisitoria" y otros aseguran que el Consejo de Seguridad dictó "medidas cautelares".
Sobre esa especie pretenden que el Parlament, no los partidos, se querelle contra el juez del Supremo. Como era de esperar, el secretario de la cámara y el letrado mayor, Xavier Muro y Antoni Bayona, han advertido a Torrent y sus socios de la inconveniencia técnica y formal de una denuncia en nombre de la institución. No es previsible que los servicios jurídicos del Parlament asuman la elaboración y presentación de la querella, toda vez que han advertido de entrada que no son expertos en materia penal.
Ciudadanos y el PP apuntan, además, que Torrent y los miembros independentistas del órgano rector del hemiciclo podrían incurrir en el supuesto de malversación, detalle que ha comentado incluso Mariano Rajoy. Los podemitas, en cambio, han decidido sumarse a la querella de Torrent en nombre de toda la cámara. Proponen, sin embargo, que no sean los servicios de la cámara sino un gabinete externo quien se ocupe de la denuncia. Por otra parte, no sería la primera vez que el dirigente republicano amaga con un pleno o una denuncia que se quedan en agua de borrajas. Está a expensas de lo que le digan que tiene que hacer y de momento ha vuelto a suspender un pleno de investidura sin fijar fecha para su reanudación. Ya se han consumido cuatro intentos.
Megalomanía
Puigdemont se ríe de Torrent y de ERC entera. No tiene prisa en mover ficha y la decisión del tribunal de Schleswig Holstein agudiza su megalomanía. El próximo miércoles recibirá a sus diputados en Berlín. Pretende agotar el plazo del 22 de mayo antes de decantarse por elecciones. El ambiente a su alrededor es de euforia, pero los sondeos que manejan los partidos coinciden en la posibilidad de que el nacionalismo pierda la mayoría absoluta en caso de repetición de los comicios. Tampoco está claro que Puigdemont, con los cargos de rebelión, sedición y malversación a cuestas, pueda encabezar una lista.
En cuanto a otros posibles aspirantes a la presidencia de la Generalidad, se mantienen los nombres de Quim Torra, Eduard Pujol, Elsa Artadi y Marc Solsona (alcalde de Mollerusa) y se agrega el de Marta Madrenas, la primera edil de Gerona entre cuyos méritos figura el de haber participado en el corte de vías en la estación del Ave de la ciudad que dirige el 3 de octubre del año pasado.
El peso de ERC es casi nulo en el flanco independentista. Los nuevos dirigentes del partido no actúan como correa de transmisión de Oriol Junqueras. La fuga de Marta Rovira agrava la situación del partido que forzó la declaración de independencia y que iba a ganar las elecciones de calle. Ahora, los Tardà, Rufián, Aragonés, Sebrià y Torrent van a rueda de lo que diga Puigdemont, sin más estrategia que la de no aparecer como unos vendidos ante la parroquia separatista.
Puigdemont, ratificado en Alemania como macho alfa del nacionalismo, ningunea a los nuevos dirigentes de ERC y maneja la cámara a distancia, tal como pretende gobernar la Generalidad. Durante los doce días que pasó en la cárcel de Neumünster, los mandos del partido de Junqueras se creyeron los amos del cotarro y llegaron a sondear con podemitas y socialistas un gobierno de "concentración" presidido por Ernest Maragall. JxCat está pasando factura. Designar un presidente y formar gobierno son sus últimas prioridades, al menos hasta el 22 de mayo. Crecidos tras la liberación de Puigdemont, lo fían todo a una mediación internacional.