Mariano Rajoy intentó este martes enterrar la polémica entre los gobiernos español y alemán tras la decisión del juez de Schleswig-Holstein de no extraditar por rebelión a Carles Puigdemont. Lo hizo negando la mayor: ensalzó la reacción del Ejecutivo germano al fallo y llegó a calificarlo de "modélico" y "propio de una nación europea de las clásicas y las de primera". Un intento de disipar cualquier duda sobre el estado de las relaciones con el Gobierno de Merkel que no puede, sin embargo, ocultar la realidad: la respuesta inicial del Ejecutivo germano estuvo muy lejos de ser modélica y así se reflejó en los comentarios de varios dirigentes del PP ante la primera reacción al fallo, la de la ministra alemana de Justicia, Katarina Barley.
El Süddeutsche Zeitung publicó el pasado viernes unas declaraciones de Barley rotundas: en su opinión, la decisión de dejar en libertad a Puigdemont era "absolutamente correcta" y apostilló que "la esperaba". Puso en duda que España pudiera aportar las pruebas para probar el delito de malversación atribuido a Puigdemont y apuntó a una solución política. Tras el terremoto que provocaron sus palabras y que provocó una primera queja de Alfonso Dastis, su departamento respondió que el diario no tenía autorización para publicar esas frases aunque no entraron en el fondo de sus declaraciones. No hubo desmentido, sino matización: se trató de un off the record en un encuentro informal con la prensa que el periodista del Süddeutsche Zeitung decidió saltarse. Según el Frankfurter Allgemeine Zeitung, las declaraciones no sólo molestaron aquí: Barley se habría saltado instrucciones directas dentro del gabinete de Merkel de limitarse a dejar trabajar a los jueces en el caso Puigdemont y no hacer valoraciones. Pero, al contrario que en España, no hubo sorpresa por el contenido de sus palabras: cuenta Der Spiegel que la forma de opinar de la ministra no suscitó "ninguna sorpresa" y que así es como piensan "muchos de los miembros del Gobierno".
Tras una conversación entre Barley y su homólogo español, Rafael Catalá, el portavoz del Gobierno alemán corrigió a la ministra atribuyéndolo todo a un "malentendido" y subrayando, esta vez sí, que "el conflicto catalán puede y debe resolverse dentro del marco de la Constitución y del orden legal español". Pero el daño ya estaba hecho y la respuesta "modélica" llegaba tarde: en la prensa germana se continúa hablando de "tensión" entre los dos gobiernos –ponen como ejemplo que Rajoy no llamó a Merkel tras el atentado de Münster, sino que mandó un telegrama de condolencia– y se apunta ya al próximo movimiento: especulan con que el caso llegue a Estrasburgo y la polémica alcance un "nivel superior".
Mientras, el asunto catalán también sigue de actualidad entre los políticos alemanes y hay quien sigue echando leña al fuego sugiriendo que la UE, o la propia Alemania, actúe como mediador entre Puigdemont y Rajoy. Así lo hicieron este fin de semana varios eurodiputados de los partidos que forman la coalición de gobierno. El conservador Elmar Brok afirmó que su país está "listo para mediar, si así nos lo piden", con la condición de que los catalanes acepten continuar siendo parte de España y "olviden la independencia". En declaraciones al Frankfurter Allgemeine Zeitung, el eurodiputado socialista Arne Lietz celebraba la idea de Brok mientras el ecologista Reinhard Bütikofer rechazaba involucrar a la UE pero abogaba por que Alemania diera "señales" discretas de que estaría dispuesta a mediar. Otro eurodiputado conservador, Michael Gahler, sugería que Merkel y Rajoy abordaran esa posibilidad de forma bilateral.
Desde el SPD, el partido de la ministra de Justicia, se ha insistido en esta idea con algún ataque a España: el número dos del grupo parlamentario, Rolf Mützenich, afirmó en una entrevista que "es hora de que el gobierno español busque una solución política para Cataluña". Y fue más allá: puso a la Justicia española al nivel de la turca, con estas palabras: "El Gobierno alemán debe reflexionar sobre si las órdenes de arresto, tras las experiencias turca, española o polaca, se adecuan a los procedimientos y siguen los suficientes principios democráticos". Era su forma de contestar a las palabras de Dastis calificando de "desafortunadas" las declaraciones de Barley.