El fracaso en la segunda sesión del pleno de investidura de este sábado, reconvertida en un homenaje a los consejeros encarcelados en el que no ha habido ni candidato ni votación, sólo deja tres posibles opciones al bloque independentista: seguir buscando un acuerdo con la CUP, sacrificar a los fugados Toni Comín y Carles Puigdemont para que cedan sus escaños o afrontar unas nuevas elecciones.
Nuevas elecciones
El reloj se puso en marcha con el primer intento fallido de convertir a Jordi Turull en presidente de Cataluña. Así que, según el reglamento del Parlamento catalán, si un candidato no consigue la mayoría simple de la cámara en la segunda sesión de investidura, se abre un plazo máximo de dos meses desde la primera sesión para seguir buscando otro candidato a la presidencia de la Generalidad. Durante este tiempo, el presidente del Parlamento, Roger Torrent, puede realizar las rondas de consultas y proponer a las personas que estime oportunas.
Si ningún candidato consiguiese ser investido antes del 22 de mayo, la cámara catalana quedaría disuelta de forma automática y el presidente del Gobierno (y actual responsable de la Generalidad), Mariano Rajoy, sería el encargado de convocar unas nuevas elecciones en un periodo máximo de entre 40 y 60 días, es decir, en julio.
Conseguir las bendiciones de la CUP
Con su abstención, los cuatro diputados de la CUP han sido determinantes para evitar la investidura de Turull en primera vuelta en la que se requiere mayoría absoluta. También advirtieron en su momento de que se abstendrían de apoyar al expresidente de la ANC, Jordi Sànchez, en una investidura que no llegó a producirse.
Eso deja dos meses de plazo a Esquerra Republicana y Junts per Catalunya para intentar llegar a un acuerdo con los cuperos y proponer a un candidato que sea de su agrado. La formación antisistema ya ha dejado claro en numerosas ocasiones que cualquier acuerdo con ellos para sacar adelante la investidura pasa por el firme compromiso de impulsar un programa que haga efectiva la república catalana.
También pidieron en su momento "la titularidad pública de infraestructuras estratégicas de la energía y el transporte" y un plan de medidas sociales que incluye entre otras cosas un plan de choque contra la pobreza, aumentar el salario mínimo, el apoyo a la economía social y solidaria o hacer efectivo el derecho de la vivienda y la suspensión de los desahucios.
Sacrificar a Puigdemont y Comín
La última opción para evitar unas nueva elecciones pasa por un pacto entre ERC y JxCat para investir un candidato por mayoría simple en segunda vuelta sin el apoyo de la CUP. Ambas fuerzas cuentan con 66 diputados en la cámara, dos por debajo de la mayoría absoluta y tan sólo un diputado por encima de la suma de Ciudadanos, PSC, PPC y Catalunya en Comú Podem.
De esos 66 diputados, hay que restar dos escaños, el de Carles Puigdemont y Toni Comín, que se encuentran fugados y no pueden delegar su voto. Por lo tanto, si ERC y JxCat pretenden investir un presidente en segunda vuelta por mayoría simple, Puigdemont y Comín deberían dimitir para que los escaños recaigan en los siguientes nombres de la lista electoral.
Pero esta opción no parece satisfacer a ninguno de los dos. Precisamente este sábado, Comín ha defendido en declaraciones a Catalunya Ràdio que la mejor manera de "blindar el Consell de la República" afincado en Bruselas es que tanto él como Puigdemont se mantengan como diputados y confiar en que las negociaciones con la CUP lleguen a buen puerto.