La política catalana ofrece variedad de frentes abiertos. El presidente del Parlament ha convocado un pleno sin fecha y la cámara admite a trámite la propuesta de Junts per Catalunya (JxCat) de reformar el reglamento para que se pueda investir un presidente telemático, aunque Puigdemont ya no es el candidato. Este martes comparecerá en el Tribunal Supremo Jordi Sànchez, el recambio, en un vista para dilucidar su petición de asistir la sesión de investidura. Entre tanto, Puigdemont se reúne en Ginebra con la exdiputada de la CUP Anna Gabriel para debatir sobre la hoja de ruta separatista y prepara un viaje a Finlandia invitado por los diputados "amigos de Cataluña".
En el tablero local, el apoyo de los cuatro diputados cuperos, sea al preso Sànchez o al convergente Jordi Turull. Puigdemont ofrece a cambio del cheque en blanco una cuestión de confianza a mitad de legislatura por si el ejecutivo de Barcelona dirigido por el gobierno de Waterloo no cumple con la "implementación" de la república.
En ERC y el PDeCAT confían en que el Tribunal Supremo reitere su negativa a excarcelar a Sànchez para que Junts per Catalunya cambie de candidato y nomine al investigado en libertad con medidas cautelares Jordi Turull. El portavoz republicano Sergi Sabrià dice que este martes será un "día clave" por lo que pueda deponer Sànchez en el Supremo. Republicanos y convergentes confían en que el propio preso renuncie a su investidura y Junts per Catalunya pase al prometido plan C. Sin embargo, las negociaciones con la CUP están abiertas en canal.
La agrupación de fuerzas antisistema no está por la labor de investir al presidiario Sànchez, ni mucho menos a un convergente con el perfil conservador de Turull. Sostienen sus dirigentes que el mando efectivo de la república no puede estar en manos de un encarcelado y tampoco de un "exiliado". Tampoco está dispuesto Puigdemont, por su parte, a renunciar a su acta de diputado y a la "casa de la república" en Bélgica para facilitar la investidura de sus candidatos. Antoni Comín, un exconsejero (Sanidad) de los fugados con Puigdemont, también se aferra a su acta de electo por ERC. A diferencia de Clara Ponsatí, ninguna universidad extranjera le ha ofrecido trabajo.
Como en 2015
A pesar de todo, de los reparos de la CUP y de Comín, el separatismo da por hecho el acuerdo para formar gobierno. La situación es similar a la de las últimas horas de Artur Mas en 2015. La internacionalización del conflicto catalán consiste en que Puigdemont trata de arrancar un acuerdo con la CUP en Ginebra. A Anna Gabriel le toca ejercer ahora de Antoni Baños. Ella, que lanzó a la papelera de la historia a Mas, es ahora como aquel Baños, cabeza de lista de la CUP que corrió la misma suerte que Mas por el "pressing cup" de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural.
Se da por descontado que el separatismo logrará formar un gobierno provisional sobre la campana. Nadie quiere repetir las elecciones, aunque no se descartan. El presidente del Parlament, Roger Torrent, aprovecha los tiempos del Tribunal Constitucional para estirar la goma. De oficio, la pelota está todavía en el Supremo y Puigdemont se irá de Ginebra a Helsinski en las próximas horas.