El escritor y fracasado candidato de IU en varias ocasiones Luis García Montero escribe en el diario digital Infolibre un artículo que resulta difícil de calificar, en el que mezcla el capitalismo, la guerra de Siria, los niños desnutridos, Palestina y la muerte de indigentes en invierno por el frío con el vil y frío asesinato de un niño indefenso, para llegar a la conclusión de que la asesina es la víctima y los verdugos son las personas que, horrorizadas por el asesinato, piden que este tipo de crímenes sean penados con cadena perpetua y, según él, "pena de muerte".
El todos de la gente que pedía la pena de muerte junto al cadáver de un niño fue desolador, una prueba de que los seres humanos tienen también maldad, odio y raptos de bajeza. Por eso fue tan emocionante la reacción de humanidad del padre y la madre de Gabriel ante unos linchadores que pedían muy humanamente la ejecución inmediata de la criminal. Humanos, muy humanos, todos y todas.
El artículo es tan loco y disparatado que cabe preguntarse si su autor se encontraba en buen estado cuando lo escribió. Dice que Ana Julia Quezada "es la madrastra asesina, protagonista de este cuento que es el capitalismo ebrio" y que "nos conduce un espíritu borracho al que no le importa estrellarse en su carrera". Además, para referirse al asesinato dice que "un niño sufre una desgracia".
Y uno se pregunta: ¿por qué los medios no convierten en espectáculo la muerte diaria de las personas sin hogar en el invierno de nuestras ciudades? ¿Por qué los medios y los políticos no convierten en escándalo el suceso diario de miles de personas que se ahogan en nuestros mares y se hunden en nuestras fronteras por culpa de nuestras leyes? ¿Por qué no se llenan las calles para gritar de forma desesperada contra la muerte masiva de niños que saltan por el aire en Siria o Palestina por culpa de las bombas salidas de nuestras fábricas? ¿Y los 3 millones de niños que mueren al año por desnutrición? ¿Todos somos Gabriel? No, somos más bien Ana Julia Quezada.
La respuesta no es demasiado original: por culpa del capitalismo. A continuación, el escritor nos explica cómo, a su entender, el capitalismo convierte en monstruos a la gente normal consternada por el asesinato de un niño indefenso y en víctima a la asesina del niño:
El sistema económico que nos gobierna saca lo peor de nosotros mismos como sociedad y como personas. Y eso tiene arreglo. Me parece curioso que nos preocupemos por remediar lo que no tiene arreglo y que consideremos imposible cambiar lo que puede arreglarse. El ser humano tiene poco arreglo. Siempre habrá en nosotros, pase lo que pase, se invente lo que se invente, una buena madre y una asesina, un padre bondadoso y un canalla, un deseo de justicia y un afán por explotar a los demás, un sentimiento de compasión y otro de odio. Somos así. Y de lo que se trata ahora es de cambiar el sistema económico y social que utiliza sus medios y sus políticas para envenenarnos del todo, para sustituir el Derecho por la Venganza, la solidaridad por el miedo y la compasión por el negocio.