Si los representantes hacen bien su trabajo, los representados no necesitan blandir pancartas, corear gritos ripiosos y aglomerarse un sábado bajo la nieve.
La muerte de un mantero a causa de un infarto cuando corría huyendo de la Policía ha sido la excusa de inmigrantes y radicales encapuchados para incendiar el madrileño barrio de Lavapiés que ha terminado destrozado.