La primera manifestación de Tabarnia fue una masiva concentración a los pies de la estatua de Rafael Casanova, el conseller en cap que rindió Barcelona a las tropas borbónicas en 1714, durante la Guerra de Sucesión. El escenario, según los organizadores, es una de las zonas cero de las mentiras nacionalistas, toda vez que Casanova fue un patriota que apeló a luchar por España en las últimas horas de la ciudad bajo pabellón austracista. Las manipulaciones nacionalistas lo han convertido en un héroe separatista y su estatua, en punto de reunión del nacionalismo cada 11 de septiembre.
Este domingo 4 de marzo, el tabarnismo ha comenzado la reconquista de los espacios públicos copados por el separatismo con un acto pacífico, cívico, festivo y además humorístico y unos parlamentos dedicados a reivindicar la convivencia destrozada por el proceso nacionalista y la figura del presidente de Tabarnia en el exilio, Albert Boadella, de quien Jaume Vives, portavoz del movimiento, aseguró que viaja hacia Bruselas para la operación "Otra pica en Flandes".
En la concentración se verificó también la proclamación de independencia de Tabarnia, que fue suspendida a los ocho segundos al efecto de dar una oportunidad al separatismo para que cese en su delirante proyecto republicano con dos sedes o tres seres, una en Barcelona, otra en Bélgica y la restante en Soto del Real.
Según los cálculos más modestos, unas quince mil personas acudieron a la llamada de Tabarnia, silenciada en los medios de comunicación de obediencia nacionalista, la mayoría en Cataluña. Se corearon consignas como "Boadella, presidente", "soy catalán y soy español". Sonaron "La Santa Espina" y el himno nacional, coreado por los asistentes. Una vez disuelta la concentración, muchos de los presentes bajaron en manifestación por la Vía Layetana hasta la plaza de San Jaime.