Un grupo de unas doscientas personas ha roto a gritar "¡president, president!" cuando Albert Boadella, el primer presidente de Tabarnia, ha terminado su discurso a los tabarneses con un "viva Tabarnia, que es lo mismo que decir viva España". La pequeña sala de conferencias del Colegio de Periodistas de Cataluña se ha venido arriba durante los segundos finales del mensaje vía telemática del represaliado y exiliado dramaturgo, que ha aprovechado la clandestina emisión para alentar a la disidencia y saludar a su "homólogo" catalán en Bruselas con un soberano corte de mangas.
Día histórico. 16 de enero. Boadella ha sido investido presidente de un pequeño país que hunde sus raíces en la imperial Tarraco y más atrás, una nación antiquísima, un muestrario inagotable de hechos diferenciales: Tabarnia. El acto fundacional ha tenido la misma pompa y más que una sesión parlamentaria dirigida por Carme Forcadell. Las banderas de España, Europa y Tabarnia presidieron el emotivo acontecimiento en el que, a diferencia de lo que ocurre en el Parlament, no se ha vulnerado la legalidad ni lesionado la convivencia.
Preguntas con respuesta
¿Qué es Tabarnia, de dónde viene, a dónde va y si tiene un más allá? Estas y otras preguntas son las que suscita el fenómeno político y social de una moda que no tiene visos de ser pasajera, la contrarrevolución de las sonrisas que saca de quicio a los nacionalistas, el espejo que rebota las contradicciones nacionalistas.
A tenor de las intervenciones de los primeros portavoces de Tabarnia, Miguel González, Jaume Vives y Joan López Alegre, Tabarnia también es el botón nuclear disuasorio para contener el separatismo, la falla del sistema catalanista, la suma de muchos ciudadanos no nacionalistas que tiene sus graneros de votos en Tarragona y Barcelona, de ahí el nombre de la entidad territorial. Pero no sólo hay tabarneses en esas provincias y los promotores de Tabarnia no olvidan a sus conciudadanos de Tractoria, la parte de Cataluña donde más abunda el voto catalanista. "Tabarnia es la respuesta natural de un pueblo perseguido contra un régimen corrupto", resume Vives.
Historia y argumentos
La idea y la palabra datan de los comienzos de la última frase del proceso separatista, en 2012. Un grupo de ciudadanos se agrupó bajo la leyenda "Barcelona is not Catalonia". Era un grupo menor en comparación con los que se atrevían a contestar al nacionalismo en las calles, tales como la Asociación por la Tolerancia, Convivencia Cívica, Profesores por el Bilingüismo, Sociedad Civil Catalana, De España y catalanes, Somatemps, entre otros. Ahora es la bandera común de la resistencia civil al nacionalismo. Las elecciones del pasado 21-D mostraron de manera descarnada la discriminación electoral de los ciudadanos de Barcelona y Tarragona en relación a los de Gerona y Lérida, cuyo voto tiene mucho más peso en el reparto de escaños. Y esa discriminación era una de las denuncias recurrentes en redes de "Barcelona is not Catalonia", cuyos portavoces también censuran el desequilibrio fiscal entre la Cataluña interior y la litoral, la discriminación laboral de los no nacionalistas y la dilapidación de recursos públicos en organizaciones y medios separatistas para "democratizar la dictadura" (Vives).
Tales contra argumentos, que vagaban por Internet sin que nadie los tomara demasiado en cuenta, se convirtieron a la luz de los resultados de las últimas elecciones autonómicas en un misil en el entramado discursivo separatista. El "Espanya ens roba" se volvía como un boomerang contra los difusores del discurso del odio contra España y los españoles. La espiral de silencio se quebró los días 8 y 29 de octubre con dos manifestaciones en contra del separatismo en Barcelona similares en músculo a las exhibiciones de masas de los 11 de septiembre. La letra y la actitud desacomplejada de esas manifestaciones han cuajado en el nombre de Tabarnia, la bandera, el escudo, el gentilicio y un presidente, todos los elementos simbólicos de una nación. Y sí, ahora también existen Òmnium Tabarnal, la Assemblea Nacional Tabarnesa, un CNI y hasta una CUP de Tabarnia que se quiere cargar el heteropatriarcado, pero no a España. El Gobierno legítimo planea pedir el reconocimiento internacional de manera oficial dado el éxito en medios de todo el mundo de la propuesta. Y sin embajadas ni gastar un duro.
Desconcierto mediático
El más allá de Tabarnia, según han explicado sus impulsores, es el mismo que el del separatismo. Hasta donde llegue la ruptura llegará Tabarnia. Si vuelve a haber una declaración de independencia se activarán las vías legales para convertir Tabarnia en una comunidad autónoma. También se ha propuesto presionar a los partidos para reformar la ley electoral. Esos son sus planes, así como presentarse en Madrid y servir de laboratorio de ideas en contra del nacionalismo. En cuanto a la primera manifestación, se anunciará en las próximas semanas.
De momento, una parte de la prensa catalana está sumida en el desconcierto y se pregunta si Tabarnia es una marca blanca de Ciudadanos, un invento de Faes o si se convertirá en una plataforma electoral tipo Junts pel Sí o per Puigdemont. No le ven la gracia ni se lo toman a broma.