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Presiones a Rivera para que se eche a un lado y deje a la "carismática" Arrimadas

Mas y Rato, dos fantasmas del pasado, protagonistas de la prensa de hoy, aunque más el primero que el segundo.

El Mundo dice que "Mas se va, incapaz de controlar el plan de ruptura de Puigdemont". Después de liarla parda. El editorial de Francisco Rosell es una ensalada de tortas a Mas, sin contemplaciones. "El político que desató el caos en que vive instalada Cataluña anuncio ayer" que se las pira. "No parece una actitud muy coherente. Pero desafiamos al lector a que encuentre alguna coherencia en la vida política catalana desde que el antiguo partido de la burguesía se trasmutó –llevado por la codicia y por el deseo de impunidad– en movimiento insurreccional liderado por un prófugo que hace mucho tiempo que escapa no sólo de la Justicia, sino también de la cordura". Puigdemont "iba a ser el hombre paja pactado con la CUP a quien Mas podría manejar a su antojo. Pero el espantapájaros cobró vida propia a lo largo del procés y ha terminado secuestrando al partido". "Ha contado para ello con la entusiasta colaboración de sus votantes, ciertamente, pero nada de eso habría sucedido sin la garrafal irresponsabilidad del plan del ex president Mas (…) Cataluña seguirá atrapada en un relato absurdo, lleno de ruido y furia. Un relato que empezó a contar Artur Mas". Menudo tipo. También habla El Mundo de Rato, aunque menos. "El ajuste de cuentas de Rato". Dice el periódico que "se presentó en la comisión parlamentaria culpando a varios ministros del Gobierno de Rajoy del escarnio del caso Bankia" y optó por la "soberbia". Un poco chulo sí que es, sí. Pero eso ya lo sabíamos todos y también los de la comisión. Federico Jiménez Losantos se posiciona en el debate de la prisión permanente. "Sí a la prisión permanente y muy poco revisable; sólo en caso de error judicial (…) No sé en qué estorba al cumplimiento íntegro de las penas que exista la discutida figura penal de la prisión permanente revisable".

El País dice que "la crisis en el separatismo provoca las primeras bajas". A Rato sólo le dedica un pide de foto en portada, total, ya no pinta nada. "Adiós a Mas", dice el editorial. Yo no sé las veces que nos hemos despedido de este personaje. "La deserción de Mas es el síntoma más fuerte que exhibe el frente independentista de fractura". También he perdido la cuenta de las veces que hemos dado por roto el independentismo y ahí está, fresco como una manzana. Como dice Francesc de Carreras, "atreverse a pronosticar lo que pueda suceder en las próximas semanas es de gran imprudencia (…) El maldito embrollo catalán, tan cansino, sigue y seguirá". Capítulo aparte merece el tratamiento que da El País a la reaparición de Pedro Sánchez, al que acusa de populista. Javier Ayuso le destroza el discursito de ayer. "Si para recuperar los votos que les robó Pablo Iglesias hay que caer en la misma deriva populista que el líder morado, es muy probable que los ciudadanos de centro y de centro izquierda que todavía votan socialista, acaben apoyando a un Albert Rivera crecido". En el desayuno de ayer "no había casi nadie importante: sólo docenas de altos cargos socialistas". Pelotas, vamos. "Es una mala señal, debería haber convocado a otro público deseoso de comprobar si se está fraguando una verdadera alternativa de gobierno", pero Sánchez no le interesa ya a nadie. Es lo que tiene hacer política por Twitter, que no te toman en serio. Rubén Amón acaba de amargarle el desayuno al fantasma socialista. "¿Será Rivera el próximo presidente del Gobierno?". Lo ocurrido en Cataluña "podría haber madurado un partido simpático que gusta mucho y se vota poco en una verdadera alternativa de poder". Aunque a Amón le mola más Arrimadas que Rivera. "Provista de un carisma y de una envergadura política que la transforman en solución al propio Rivera", dice. Y añade que a Rivera "le perjudica el patrocinio" de Aznar, el ogro de El País. ¿Operación aupar a Cs o sembrar cizaña entre sus dirigentes para hundirlos? Lo veremos en próximos capítulos.

ABC dice que "Mas abandona cercado por la justicia y por Puigdemont". Otro editorial homenaje. "Probablemente la dimisión sea la única decisión clarividente adoptada por Mas. Ha sido el máximo responsable por la delirante deriva tomada por su partido hacia al fracaso separatista; el culpable" de que el zumbado de Bruselas esté donde está, "el gestor de la traumática ruptura de CiU". Vamos, una joyita. "Su trayectoria política ha sido demoledora para su partido y para toda Cataluña porque es imposible cometer más errores en menos tiempo". Sostres sentencia. "El resumen de la carrera política de Artur Mas es muy fácil de hacer: todo lo que ha tocado lo ha destrozado". Y mira que lo tenía fácil para gobernar y seguir robando tranquilamente con el respaldo del PP. Menudo "engendro".

La Razón dice que "Mas dimite acorralado por la corrupción del Palau". También Marhuenda se queda a gusto. Un "estorbo", un "lastre". "La dimisión llega tarde y no es más que la confirmación del desastre al que ha llevado a su partido y al conjunto de la sociedad catalana. Mas es el máximo responsable de la deriva independentista, de la vía unilateral que ha llevado a la Generalitat a situarse en la ilegalidad y a que más de 3.000 empresas dejasen Cataluña. Ese es su legado". Una sociedad en guerra civil, la ruina de Cataluña, estará contento el personajjillo. Y cuenta La Razón que Podemos no aprende. "Se niega a dar el Parlament a Cs y negocia con los soberanistas". Vamos, que Pablo Iglesias sigue apoyando la revolución de los egoístas, de los racistas, supremacistas e insolidarios. Bien, cavando su propia tumba.

Artur Mas podrá encontrar consuelo en La Vanguardia. "Mas se va y señala la salida", titula. La clave la da el fanático separatista Francesc Marc Álvaro. "Advirtió que su adiós no es definitivo". Ya me extrañaba a mí, este tío no se va nunca. De lo que dice Pilar Rahola para despedir a este desastre mejor no comentar. Da vergüenza ajena.

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