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La ministra Fátima Báñez eclipsa a Juan Manuel Moreno

Marín se postula como "punto de apoyo" necesario, Pedro Sánchez y Susana Díaz se ningunean y Teresa Rodríguez se centra en batallas internas. 

Fátima Báñez en la última presentación de los datos de empleo EFE

Lo único que está claro en Andalucía es que nada está claro. El lunes fue un día de esos en los que se aclara que el temporal político es oscuro e intenso. Por una parte, Susana Díaz sigue implicada en la tensión con su jefe, Pedro Sánchez y viceversa. Por la otra, Juan Manuel Moreno sigue cosechando el silencio de su respetable público que no se cree que pueda ganar nada. Juan Marín, crecido como es natural, afirma ser el "punto de apoyo" necesario para Andalucía y Teresa Rodríguez se empeña en una batalla por la autonomía interna frente y contra Pablo Iglesias. De IU, ni hablamos.

Llamativo fue el acto del lunes del PP andaluz en el que reunía a su Junta Ejecutiva Regional con buena entrada. Parecía lógico que Juan Manuel Moreno ofreciera un discurso entusiasmante y motor para avivar el ánimo de sus militantes tras el batacazo electoral en Cataluña y los negros presagios que se ciernen sobre el destino del PP andaluz –la oposición permanente no revisable–, y sobre su propio sino personal.

Pero, lo que son las cosas, lo que los medios de comunicación han recogido preferentemente ha sido el discurso de la ministra Fátima Báñez, ataviada con la joya del crecimiento del empleo en España y en Andalucía. Incluso adelantó un esfuerzo del gobierno para resolver el asunto de la financiación autonómica, tema mollar en Andalucía. De paso, se ha comenzado a contraponer su figura de gestora sin aristas ni fisuras a la de un insuficiente Moreno, que no ha tenido suerte ni la ha buscado.

Aunque "llamadme Juanma" aduce que el pellejazo catalán del PP es algo aislado y que sus encuestas andaluzas arrojan un crecimiento electoral, nadie se lo cree del todo puesto que, por mucho que se deteriore el PSOE en Andalucía, siempre tendrá a tiro un gobierno bien con Ciudadanos bien con Podemos, sí, sí (todo menos perder los mecanismos de poder que constituyen las esencias del régimen).

A su favor tiene el hecho de que Susana Díaz y Pedro Sánchez no parecen dispuestos a darse la mano. Pedro Sánchez, asfixiado en Cataluña, prevé mejores resultados que en 2015 y Susana Díaz sigue viendo con desconfianza las aventuras filonacionalistas en Cataluña y Baleares. Por eso, es que ni quieren verse en Andalucía. Habrá un acto en Granada, con presencia de Pedro Sánchez, al que Susana Díaz no parece dispuesta a asistir. ¿Razón? Que Sánchez se salta el protocolo partidista con unas asambleas ciudadanas abiertas. En fin.

Por si fuera poco, está por ver el efecto Ciudadanos tras su victoria en Cataluña. Cierto que Juan Marín no es candidato adecuado para succionar votos a derecha e izquierda –más bien parece el arbotante de Juanma Moreno para conservar su electorado–, pero bastaría con que Albert Rivera encontrara una "Arrimadas" andaluza para dar un hachazo de dimensiones épicas al PP andaluz y al propio PSOE. O eso se cree.

Con una IU en descomposición, más si cabe al destaparse el asunto de las cuentas de su líder Garzón, Podemos no parece tener un horizonte más despejado. Las últimas encuestas le auguran un resbalón electoral de cuidado, no tiene un discurso articulado ni nacional ni andaluz sino que sobrevive a base de gestos y poses y Teresa Rodríguez se siente atrapada entre sus proclamas cuasinacionalistas en Andalucía y su incapacidad de arrancar la más mínima autonomía interna a un Pablo Iglesias leninista.

Lo único claro es que se reanuda el juicio de los ERE contra Chaves, Griñán y 20 ex altos cargos más de la Junta mientras todos los actores políticos sospechan que un adelanto electoral es una opción posible. Nacionalmente, Ciudadanos lo puede forzar. Si tal circunstancia se da, el anticipo electoral en Andalucía será un hecho. Pero, además, Susana Díaz lo puede impulsar por su cuenta porque un mal resultado en su tierra la enterrará definitivamente en la política española. Y no está nada claro.

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