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ERC y Puigdemont prometen volver a delinquir para cerrar la campaña del 155

El expresidente de la Generalidad acusa a Junqueras de haberse sometido al Estado y afirma que "tampoco se esconde".

El expresidente de la Generalidad acusa a Junqueras de haberse sometido al Estado y afirma que "tampoco se esconde".
Carles Puigdemont | EFE

Fin de campaña catalana. La sociedad española se juega su futuro en unas elecciones convocadas por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en día laborable, con el expresidente de la Generalidad y candidato de Junts per Catalunya fugado, con el de ERC preso en Estremera y unas encuestas que apuntan por lo alto a un codo a codo entre Junqueras y la cabeza de lista de Ciudadanos, Inés Arrimadas. En tercer lugar asoma el bruselense Carles Puigdemont, seguido de cerca por el socialista Miquel Iceta.

En la cola, dos partidos se disputan el último puesto: la CUP y el PP. La aplicación del artículo 155 y la inmediata convocatoria electoral no se han traducido en un empujón demoscópico para el partido de Rajoy. Los sondeos han sido inclementes con el PP y su candidato, el "duro" García Albiol. El anticipo electoral que fue glosado como una jugada maestra de Rajoy que desubicaba por completo a los separatistas amenaza con diluir en la irrelevancia a la formación conservadora.

En cuanto a la versión catalana de Podemos, Catalunya en Comú, la ambigüedad respecto a la unidad de España lastra su proyección de resultados, si bien puede convertirse en la fuerza determinante. ERC tienta a sus "compañeros" republicanos al haber renunciado en teoría a la unilateralidad. Dicen compartir un proyecto social y coinciden en su visceral oposición a la España constitucional. Con dos puntos más que el PP, Catalunya en Comú puede ser la bisagra de un panorama parlamentario que podría sustanciarse en que Ciudadanos sea la lista más votada pero que los partidos separatistas obtengan más escaños que el llamado "clan del 155".

Pelea separatista

En el frente separatista, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont han concluido la campaña con un duro cuerpo a cuerpo. El dirigente de ERC y exvicepresidente acusaba a Puigdemont de cobarde al afirmar para la radio del conde de Godó que está en la cárcel "porque no me escondo". El bofetón ha sido respondido por el afrentado en la radio de la Generalidad, Catalunya Ràdio. Puigdemont ha deslizado que "yo no me he movido de donde estaba". Alude a la renuncia de ERC a la unilateralidad que sirvió para que la expresidenta de la cámara catalana, Carme Forcadell, el exministro de Exteriores Raül Romeva y la exconsejera de Trabajo, Dolors Bassa, salieran de la cárcel.

Puigdemont ha replicado que él está en Bruselas porque tampoco se esconde y porque no acepta su cese, al contrario que "su" vicepresidente. El argumento electoral del expresidente catalán se ciñe a la disyuntiva república o 155. En su esquema, aunque ERC gane las elecciones, Junqueras debería aceptar que Puigdemont volviera a ser presidente. Cualquier otra salida supone, insisten Puigdemont y los suyos, acatar la legalidad española. Tal argumentario le ha permitido escalar desde la quinta posición en la encuestas hasta la tercera y cuestionar la "legitimidad" separatista de Junqueras hasta el punto de que resulta un candidato más fiable para la CUP que el preso de Estremera.

El áspero cruce de indirectas entre Puigdemont y Junqueras anticipa un panorama postelectoral sumamente complejo en el caso de que las listas separatistas ganen en escaños frente a Ciudadanos, PSC y PP, aliñado además por la situación procesal de los dos líderes nacionalistas.

Puigdemont ha declarado que sólo se plantea regresar a España si es para ser investido de nuevo president y Junqueras ha dejado claro que en caso de ser el más votado entre los electores independentistas, no cederá la presidencia a Puigdemont.

La hipótesis de una victoria de Ciudadanos sólo conduce al impacto moral. Sería la primera vez en democracia que un partido no nacionalista ganara en Cataluña, abonada a diferentes formas del nacionalismo desde 1980. Algunos sondeos vaticinan un triunfo en número de votos en el partido naranja que dificultaría la acción de la mayoría en escaños de las facciones republicanas.

Dos escenarios

Las opciones con más enteros a 24 horas del 21-D son las de un gobierno separatista-podemita o la repetición de las elecciones. En la cuenta atrás, Puigdemont aventa una sorpresiva irrupción en suelo español que podría decantar al frente separatista a su favor. Es la última carta del expresidente autonómico en una campaña marcada por sus andanzas en Bélgica, la cárcel de Junqueras y unas encuestas que por primera vez han contemplado la posibilidad de que un partido no nacionalista sea el más votado.

El artículo 155 ha tranquilizado los ánimos en el separatismo, pero no ha tenido tiempo para desarmar las estructuras de Estado de la Generalidad, que mantiene intactos los aparatos educativos y mediáticos y amenaza abiertamente con reincidir si saca más escaños que Ciudadanos, socialistas y populares, un resultado en el que coinciden todas las encuestas.

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