El PDeCAT ya es el primer derrotado de las elecciones autonómicas del 21-D. El primer efecto de la constitución de la candidatura personalista Junts per Catalunya ha sido la destrucción de un partido cuyos principales dirigentes no van en la lista. La exconsejera portavoz Neus Munté, vicepresidenta de la formación neoconvergente, Marta Pascal, coordinadora general, y David Bonvehí, coordinador ejecutivo, han quedado fuera. Elsa Artadi, la directora de campaña de Puigdemont, se dio de baja del partido el pasado verano. El primer rastro de un dirigente del PDeCAT en Junts per Sí es Miquel Buch, uno de los grandes apoyos del proceso en su condición de presidente de la Associació Catalana de Municipis (ACM). Ha dimitido como alcalde de Premià de Mar y deja la presidencia de la plataforma separatista. Afirma que se quiere centrar en la campaña del president. En el PDeCAT reconocen que no estaban al corriente de sus intenciones.
Artur Mas y Marta Pascal se han reunido un par de veces con Puigdemont desde que el expresidente de la Generalidad se fugó a Bélgica, pero no controlan en absoluto ni el sesgo ni la estrategia de campaña del candidato. Ni tan siquiera influyen, puesto que su papel apenas se ciñe a desmentir que el partido avale el antieuropeísmo de "su" presidenciable o su apuesta por la unilateralidad.
El precedente de la extinción de Unió
El partido es el titular legal de Junts per Catalunya, quien financia la campaña y de quien dependen los espacios electorales, pero Puigdemont va por libre, exige fidelidad a su persona y se ha rodeado de independientes, como Jordi Sànchez, que dejó la presidencia de la ANC desde la cárcel para ser el número dos de la candidatura que ya es popular como Junts per Puigdemont. La dirección del PDeCAT descarta por completo que su formación le pueda ocurrir como a Unió, que se extinguió tras no comparecer en las últimas generales. Mas y los jóvenes del PDeCAT fían su reingreso en la política a las próximas municipales. Sin embargo, la identificación con Puigdemont de Buch y de alcaldesas como la de Gerona, Marta Madrenas, y la de Vilanova i la Geltrú y presidenta de la Associació de Municipis per la Independència, Neus Lloveras enturbia los planes de contingencia de la dirección del PDeCAT.
O con Puigdemont o con el 155
Ajeno a su partido, Puigdemont ha reducido la campaña electoral a un enfrentamiento entre él, el "presidente legítimo", y Oriol Junqueras, "su" vicepresidente. El nuevo líder nacionalista ataca a los partidos de "la banda del 155", arremete contra el Rey, Rajoy, Juncker, Tusk y Tajani, pero se centra en el que considera su principal rival, Oriol Junqueras. La negativa del líder de ERC a reeditar Junts pel Sí ha sido replicada con un duro ataque por parte de Puigdemont, que exige ser reinvestido presidente de la Generalidad tras el 21-D con los votos de ERC y aunque ERC haya obtenido más.
La pretensión se basa en el discurso compartido por los separatistas de que la aplicación del artículo 155 es ilegal y Puigdemont sigue siendo el presidente de la Generalidad, al igual que los republicanos Toni Comín y Meritxell Serret están al frente de las consejerías de Sanidad y Agricultura por el hecho de haberse fugado a Bruselas.
En esta lectura de la situación política, de nada vale que los exconsejeros presos hayan aceptado su cese para tratar de aligerar su situación judicial. La realidad no cambia el titular del discurso nacionalista, del que también destaca el "argumento" de que las elecciones no son legales salvo que las ganen ellos en lo que Puigdemont plantea como una segunda vuelta del 1-O mientras que la republicana Marta Rovira trata de combinar el punto irredento con un discurso menos subversivo para no comprometer aún más las perspectivas penitenciarias de Junqueras.
Parálisis a la espera de Junqueras
A pesar de la delegación de funciones de Junqueras a Rovira, el partido republicano está paralizado. Todos los mensajes que recibe el electorado independentista proceden de Bélgica. Con ayuda de los medios públicos y de entrevistas internacionales, el expresidente monopoliza la campaña y mantiene la ficción de un "gobierno en el exilio" con la involuntaria complicidad de ERC, donde no se mueve ficha desde que Junqueras ingresó en la cárcel de Estremera.
La única respuesta de Rovira fue introducir en el escenario la posibilidad de mantener dos gobiernos, uno, el "legítimo", entre la cárcel y el exilio, y otro, el "legal" para el día a día de la Generalidad. La estratega de Puigdemont, Elsa Artadi, ha descartado esa opción y no contempla más que la "restauración" del expresidente. Todo lo demás supone una aceptación de la legalidad del 155, dice Artadi, uno de los altos cargos de la Generalidad que se ha mantenido en el puesto a pesar de la aplicación del artículo constitucional.
Puigdemont no reconoce más adversario político que Oriol Junqueras y ERC y centra la campaña en una de sus típicas pregunta "trampa" a los republicanos: Apoyarán al "presidente legítimo" para restablecer la Generalidad previa al 155 o pactarán con los enemigos del 155 para elegir otro presidente.
De producirse la excarcelación de Junqueras este lunes, se rompería el monopolio propagandístico que ejerce Puigdemont desde Bruselas y que le ha llevado a discutir en las encuestas el liderazgo separatista de ERC.