Cuatro días después de la histórica manifestación del 8-O, Barcelona volvió a teñirse con banderas nacionales y autonómicas en defensa de la unidad de España. Y tan sólo veinticuatro horas después de que el Gobierno de Mariano Rajoy realizara el requerimiento a Carles Puigdemont para que aclare si ha declarado o no la independencia de Cataluña.
La manifestación, impulsada por Societat Civil Catalana y otras nueve entidades más (Espanya i Catalans, Empresaris de Catalunya, Concordia Cívica, Convivencia Cívica Catalana, Regeneración Democrática, Movimiento Cívico 12-O, Profesores por el Bilingïsmo, España Generosa y Españoles en pie) y respaldada in situ por la líder de la oposición, Inés Arrimadas, y por el portavoz municipal del PP, Alberto Fernández, transcurrió de manera pacífica y festiva. Arrimadas apeló a la "identidad española" que, dijo, quiere robar el Gobierno independentista, mientras que Fernández llamó al "independentistmo sensato" para que detenga la deriva de la Generalidad.
Entre los numerosos asistentes, 65.000, según la Guardia Urbana (una afluencia 13 veces mayor que la del año pasado) había familias enteras y era prácticamente imposible encontrar a una persona sin una bandera española o catalana, así como el corazón que une esas dos banderas con la europea, utilizado tradicionalmente por Ciudadanos.
Durante la marcha se escucharon gritos en defensa de la unidad de España como "no nos engañan, Cataluña es España", "no somos fachas, somos españoles", "España no nos roba, el dinero está en Andorra"; también de "Puigdemont a prisión" o "catalanidad es hispanidad" y de "Trapero a prisión" en referencia al mayor de los Mossos d'Esquadra. Precisamente con los agentes de la policía autonómica se produjo al filo de mediodía, en la intersección del paseo de Gracia con la calle Aragón, uno de los escasos momentos de tensión en la marcha, cuando varios manifestantes, que portaban una gigantesca senyera, increparon a los agentes acusándoles de "traidores" mientras que otros les pedían a sus compañeros que cesaran los gritos porque, argumentaron, "los culpables son sus jefes, ellos son trabajadores".
"Esta es la mayoría silenciosa"
No obstante, el acto volvió a enmarcarse en un ambiente festivo. "Yo no permanezco a ningún partido político, pero aquí la sociedad se ha movilizado. Es una respuesta de la sociedad de Cataluña a lo que estaba pasando y era algo que se tenía que hacer. Esa es la mayoría silenciosa" que ha dejado de serlo, explicaba uno de los manifestantes a LD.
Como él, muchos, la mayoría, habían estado en la manifestación del pasado domingo. La marcha, bajo el lema "Cataluña sí, España también" terminó en Plaza de Cataluña. "Las diferencias ideológicas y políticas son legítimas y hasta deseables en democracia, siempre, claro está que se diriman dentro de los cauces previstos en la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico", señaló el manifiesto de Sociedad Civil Catalana, uno de los que se leyó al término del acto.
"Desafortunadamente, el gobierno de la Generalitat y la escuálida mayoría que lo sostiene en el Parlament de Cataluña decidieron saltárselos hace tiempo, y el resultado ha sido la creciente inestabilidad política, inseguridad jurídica e incertidumbre económica que padecemos. La desbandada de entidades financieras y empresas, y la salida de capitales que ha provocado el mero anuncio de la intención del gobierno de la Generalitat de proclamar la república catalana demuestran, además, que la secesión es un negocio ruinosa para los catalanes". El acto terminó con el himno nacional.
Plaza de Cataluña https://t.co/TP6rWVuHLl
— Libertad Digital (@libertaddigital) October 12, 2017
No faltaron tampoco críticas al Gobierno de Mariano Rajoy, pero, sobre todo, una exigencia: que se aplique el artículo 155 de la Constitución.