En la escuela de idiomas de la calle Bell-Lloch, un colegio electoral de los de toda la vida en el barrio de Sants, una pancarta convocaba al desayuno a las 5:30 de este domingo. Desde media hora antes quienes habían pasado la noche (muchas familias con niños) allí se apostaban a la puerta a la espera de los Mossos d'Esquadra, y de las urnas. Poco a poco la calle se llenaba hasta cortarse por completo.
Pasadas las seis de la mañana, y cuando la lluvia y había hecho aparición sin mover a nadie de su sitio, algunos comentaban "los Mossos no vendrán". La dotación de la policía autonómica sí llegaría, pero pasadas las siete. Un hombre y una mujer que tras llegar a pie eran recibidos con gritos de "votarem" y finalmente con aplausos y vítores, al tiempo que se gritaba, siempre en catalán: "Esta es nuestra policía".
Las urnas provocan el delirio
La pareja de agentes, apostados al fondo de la calle, asistían también al momento cumbre de la mañana, la llegada de las urnas, que provocaban el momento de mayor euforia. "Ya están aquí, nos habían dicho que estaban en una panadería cercana" se escuchaba en una de las conversaciones.
Una cafetería próxima servía a muchos para reponer fuerzas y en ella se podía escuchar a un joven referirse despectivamente al líder de Ciudadanos: "Rivera, ese tío que pide perdón por ser catalán". Además de con conversaciones, la esperaba se entretenía con continuas consultas al móvil, mientras muchos tiraban de pinganillo y daban cuenta a sus compañeros de las novedades que escuchaban por la radio.
Los sacos de dormir y las esterillas delataban a quienes llevaban toda la noche en el colegio frente a quienes habían llegado de madrugada. Después de todo, y con las claras del día, llegaba la hora de disponerse a votar.