Tras varios años de discusiones, con el fin de allanar su legislatura hasta su fin previsto en 2019 y fortalecerse políticamente en el epicentro de la deriva de su partido, Susana Díaz dio ayer su brazo a torcer y la gran mayoría de los andaluces dejarán de pagar el rechazado Impuesto de Sucesiones.
Aunque su eliminación no es total –no incluye a hermanos, sobrinos o primos– la reforma pactada deja casi exentas de pago (1 por ciento) a las herencias que supongan hasta el millón de euros. Supondrá para la administración andaluza unos 90 millones de euros en sus ingresos fiscales.
Incluso corrige un error de la ley vigente que hacía pagar el máximo a quien tuviese una herencia superior al mínimo exento, aunque fuese por un euro. Ahora se pagará el impuesto residual del 1 por ciento sobre el millón y al euro que supera el listón fiscal se aplicará el porcentaje que pretende gravar a "los ricos".
La derrota de Susana Díaz es clamorosa en cuanto ha estado diciendo durante años que el Impuesto de Sucesiones vigente en Andalucía era un impuesto para ricos, aunque las plataformas antisucesiones y los informes fiscales demostraran una y otra vez que no era así. Durante décadas los andaluces han estado pagando impuestos dos veces por bienes sobre los que ya habían declarado fiscalmente cuando se adquirieron o a largo de la vida fiscal de la familia. Es dinero irrecuperable del que se nutrió la Junta.
El PSOE andaluz quiso disponer de la competencia sobre este impuesto cedido a la Junta hasta que comenzó a convertirse en desgaste político puro. Susana Díaz intentó que fuese el gobierno, recuperando la gestión del impuesto, el que lo armonizara a nivel nacional para evitar la derrota sufrida ayer.
Pero hasta el último momento estuvo proclamando el "socialismo" contenido en el Impuesto de Sucesiones reformado que insisten en mantener Izquierda Unida y Podemos que ahora la llaman "neoliberal". El pasado 20 de julio en el Pleno del Parlamento andaluz, la presidenta decía todavía: "O las mejoras que se han aplicado en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, que le insisto que creo que quienes tienen que pagar son los millonarios, los grandes ricos, no la inmensa mayoría de los ciudadanos, que desgraciadamente somos los que pagamos mientras otros se benefician, especulan y eluden sus responsabilidades.
Si era así, la pregunta es para qué esta nueva reforma que prácticamente reduce el impuesto a un paso de su eliminación total a los parientes directos. Ya se lo advirtió en el mismo Pleno citado el presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, el otro heredero de la derrota que ha infligido el Impuesto de Sucesiones.
"La batalla del Impuesto de Sucesiones y Donaciones la ha perdido. Y, además, usted va a tener que tragarse sus propias palabras, porque usted ha dicho en esta tribuna y ha dicho en este Parlamento, y lo acaba de decir, que ese es un impuesto para ricos, y usted va a tener que reformar ese impuesto. Si es un impuesto para ricos, ¿por qué lo va a tener que reformar, señora Díaz? Pues es evidente, porque usted faltó a la verdad y ha faltado a la verdad durante este último año. Y por eso usted va a tener que hacer esa reforma, porque esa batalla la ha perdido", proclamó.
El PP andaluz, desde siempre, como el PP nacional, ha estado contra el Impuesto de Sucesiones. Para no retroceder demasiado en el tiempo, cabe recordar que, en la precampaña electoral andaluza de 2007, Javier Arenas ya prometió la supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones con los argumentos esenciales esgrimidos por Moreno.
De ahí deriva la derrota política que supone, en realidad, para Juanma Moreno la supresión de este Impuesto conseguida gracias a la presión social y civil ejercida por el PP desde hace años.
El caso es que, al final de la batalla, cuando se ha procedido a la eliminación casi total de este gravamen confiscatorio, el héroe que emerge del combate es Ciudadanos, con un Juan Marín que ha sido incapaz de conseguirlo en los últimos años y que ha consentido que Susana Díaz lo mantuviera actuando como cómplice desde 2015. Pero aunque tarde y no del todo, lo ha conseguido.
La incapacidad de la dirección regional del PP para apuntarse el tanto de esta victoria política, que indudablemente le pertenece en parte, está desembocando en que Ciudadanos se arrogue en exclusiva el mérito de haber eliminado, casi, el Impuesto más contestado socialmente en Andalucía. Siendo como es Ciudadanos un enemigo electoral del PP, no cabe duda de que, con esta bandera, pretenderá hacer olvidar a los andaluces sus años de cooperación con el "régimen" andaluz y sus casos de corrupción.
De esta manera, el PP de Juanma Moreno tiene ante sí el desafío de aparecer como alternativa útil ante los andaluces capaz de articular las reformas necesarias para lograr que Andalucía sea "de primera", como siempre ha dicho. Más difícil está su tarea si cabe cuando precisamente será Ciudadanos el único partido que podría apoyarlo para un gobierno de cambio en las próximas elecciones.