La Barceloneta se ha convertido en la zona cero del turismo de botellón. Los vecinos del viejo barrio marítimo llevan años denunciando la conversión de sus calles en un parque temático del incivismo, los alquileres abusivos y los problemas generados por la falta de seguridad y el descontrol municipal. Ada Colau iba a arreglar la situación, pero su gestión brilla por su ausencia. Dos años después de haber conquistado la alcaldía, la situación, según los vecinos, ha empeorado
La última iniciativa para denunciar los efectos del modelo Magaluf en Barcelona lleva la etiqueta de Twitter #CapMésEstiuComAquest. Ningún verano más como éste, proclama en la red social la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible, un conglomerado donde se mezclan asociaciones vecinales con grupos ecologistas y entidades próximas a la CUP bajo el amparo de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), plataforma determinante para que Colau lograra la alcaldía.
Las imágenes muestran la cara más turbia del turismo, una mujer tendida en un sofá en mitad de la calle, un individuo tatuado haciendo la compra en bañador, un sujeto con un tanga verde en la vía pública, un grupo de turistas que impiden el paso en un callejón del Raval, dos hombres sin camiseta por la avenida de Hostafrancs, una pintada que anima a los turistas a practicar el "balconing", unos jóvenes preparando una barbacoa en un parque, una tienda de campaña a modo de apartamento turístico, un hombre durmiendo a los pies de un andamio, dos borrachos tumbados en la acera, más compras en ropa de baño o una pelea callejera entre turistas supuestamente rusos.
El "Sindicato de alquilados" ha convocado una concentración el próximo sábado en la playa de la Barceloneta para protestar por la expulsión de los vecinos del barrio, la especulación inmobiliaria, inseguridad y robos que a su juicio comporta el actual modelo turístico.