El Mundo dice que "Puigdemont presenta la ley que deroga el Estado en Cataluña". Dice el editorial que "las fuerzas secesionistas avivan el riesgo de fractura social" porque "se quiere obligar a los ciudadanos catalanes a elegir entre Cataluña y España". "La realidad es que cualquier eventual consulta independentista constituye un golpe encubierto con el que se pretende trocear la soberanía nacional. El referéndum, por tanto, no cabe en la legislación actual". Ante esta trágica situación, "el Estado debe recurrir a todos los instrumentos legales a su alcance". Y no, no se refiere al dichoso articulo 155. En este caso da un pasito más allá y "la única respuesta posible sigue radicando en la ley, lo que incluye el recurso al Ejército". Entramos en el capítulo de los tanques por la Diagonal. Federico Jiménez Losantos recuerda la frase de Anzar de que antes se rompería Cataluña que España. "El vaticinio de Aznar se basaba en tres sencillos datos: el primero es la diferencia de poder entre un Estado multisecular y una institución que, legal y materialmente, depende de ese Estado; el segundo, el diferente tamaño del Todo, que es España, y la Parte, que es Cataluña; y el tercero y más importante: la división de la opinión pública de Cataluña sobre España es mucho mayor que la de España con respecto a Cataluña. Aznar también le indicaba a Rajoy el camino a seguir: actuar sobre esa fractura de Cataluña y apoyar a la parte de la sociedad catalana que no comulga con las ruedas de molino del separatismo, y que, pese a toda la violencia simbólica y real que padece, se niega a romper su participación en la común empresa española. Es un milagro, por la escasa oposición posible a la tiranía político-mediática, pero es". Y ¿qué ha hecho Mariano? Pues pasarse estos sabios consejos de su mentor por el arco del triunfo y seguir "financiando a la Cataluña golpista, no a la leal". Una calamidad.
El País dice despectivo que "Puigdemont presenta en un teatro una ley sin garantías". El editorial coincide en que la ley es súper chunga porque "cercena la democracia y las libertades". Y además una chapuza, un "fraude", porque las leyes necesitan "formalismo, elaborarse siguiendo las pautas institucionales". Que la vuelva a redactar como Dios manda y hablaremos. Y se enreda en cuestiones legas de derecho internacional para explicar por qué el referéndum no vale. Un interesante artículo de Rubén Amón contra el rey Felipe VI da una idea del daño que ha hecho el Emérito a la Corona con su berrinche. "Felipe VI parece tener miedo a exponerse. Se coloca de perfil hasta cuando la crisis soberanista de Cataluña debería obligarlo a reivindicar sistemáticamente la Constitución". Pero si el hombre no hace otra cosa. "Se diría que Felipe VI se ha impregnado de la indolencia marianista. No tanto por lealtad al Gobierno como por definición de su propia inocuidad o apatía", dice Amón. "Se abstiene el Rey. Se paraliza". Ni va a los toros, ni sale de cacería, un sosaina. "Felipe VI necesita hacerse necesario, imprescindible. No porque su porvenir de monarca parezca amenazado, sino porque empieza a estarlo el de su hija Leonor". Pues nada, si la princesita se queda sin trono que se lo agradezca a su abuelo, que por una pataleta infantil ha abierto la veda contra la monarquía.
ABC: "Jaque al Estado de derecho en Cataluña". "La Generalitat presenta un delirante proyecto de ley que pisotea derechos, garantías y libertades de los propios catalanes para imponer la consulta ilegal de octubre y la consiguiente independencia". Los catalanes están acostumbrados, no pasa nada. "A la fiscalía y a la abogacía del Estado no le harán falta muchos y sesudos argumentos para concluir que se trata de una norma claramente ilegal, autoritaria, excluyente e inmoral". ¿Y? ¿Algún problema?, preguntarán los indepes sonriendo. "Lo que subyace es una carrera delirante hacia una declaración unilateral de independencia porque el resultado de la consulta les da igual". Estaría bien dejarles que lo hagan, a ver qué pasa cuando uno se declara independiente y nadie te reconoce. Debe tener los mismos efectos que si te declaras la Reina de Inglaterra. Ignacio Camacho, con su habitual clarividencia, cree que "esto va a acabar mal", que tiene mala pinta. Y no por lo del referéndum, que es el pan de cada día, sino porque mandan los locos de la CUP, que quieren "una independencia unilateral, a la brava, de hechos consumados", que quieren jaleo, vamos. Así que les toca a los catalanes reaccionar. "Por supuesto que el Estado tiene la responsabilidad indeclinable de impedir el desafío, imponiendo su autoridad democrática incluso, menester fuera, bajo apremio físico". A hostias, quiere decir. Pero si los catalanes no salen de su "encogimiento" y reaccionan, allá ellos.
"Golpe a la democracia", titula La Razón, que abre su portada con el editorial. Dice Marhuenda que observa "algo de pérdida del sentido de la realidad y de enajenación política". ¿Sólo política? Y que no hay que alarmarse, "de producirse este paso, será recurrido por el Gobierno y suspendido el referéndum y la norma que lo ampara". Uf, menos mal, ya pueden irse a la playa tranquilos. "La única fórmula para que los catalanes decidan en las urnas y desbloqueen la actual situación política es convocando elecciones autonómicas". ¿Otra vez? Pero si han votado qué se yo las veces y siempre sale lo mismo. Además, las elecciones sólo las puede convocar Puigdemont y me da a mí que no está por la labor.
La Vanguardia dice que "la ley del referéndum prevé la secesión inmediata". ¿Y de qué se sorprenden, si lo han patrocinado ellos? Debe ser seria la cosa cuando el periódico de Godó se molesta en editorializar. Quieren que Rajoy haga algo. "Desde que el soberanismo planteó su desafío al Estado, la respuesta del Gobierno, y de buena parte de los poderes capitalinos, ha sido decepcionante (…) Mariano Rajoy parece creer que el quietismo contribuye a la estabilidad, la falta de propuestas del gobierno en la actual circunstancia no puede comprenderse en Catalunya". A ver, Godó, déjate de sandeces, ¿cuánto pides?