Es lo que parece desprenderse de la aparente retirada de casi todos los frentes abiertos. La partida se detiene en el punto que fija que Pedro Sánchez mande en el conjunto de España y Susana Díaz en Andalucía, ambos sin interferencias de calado. Cuando lleguen las elecciones, tanto las generales como las andaluzas, que bien podrían hacerse coincidir, se mirarán los resultados tanto en España como en Andalucía.
Si Pedro Sánchez volviera a perder y Susana Díaz volviera a ganar, la partida podrá ser reanudada. Se trata, hasta entonces, de que la sociedad española visualice con claridad y nitidez dónde han ejercido el mando uno y otro y cuáles fueron los resultados de tal autoridad. En esa clave, ganar en Andalucía y no seguir perdiendo votos como hasta ahora, es una condición necesaria para Susana Díaz.
El inconveniente es que ambas elecciones pueden tardar dos o más años. En Andalucía, las elecciones se celebrarían normalmente en 2019. Las generales pueden celebrarse en cualquier momento porque el Partido Popular carece de un apoyo suficiente para lograr que se aprueben leyes y presupuestos. Pedro Sánchez podría provocarlas de persistir en su "no es no" y en su afán de hacer desfilar a "todo el PP" por la Comisión de Investigación del Congreso.
Mientras tanto, Susana Díaz ha decidido que en este momento es Andalucía la principal de sus tareas, lo cual es lógico en su estrategia de fondo y lo es, además, por el deterioro de su imagen debido a la mala gestión en sanidad, educación, empleo, etc. Esta mala percepción ciudadana de su papel se ha acrecentado desde que se ha dedicado, casi al 100 por cien, a la política nacional.
Susana Díaz, coherente con la decisión, no ha aceptado componendas en cuanto al Congreso Regional del PSOE que se celebrará a finales de julio sin diálogo alguno con el sector sanchista. Tampoco, al igual que ha hecho Pedro Sánchez, parece dispuesta a aceptar dentro de su gobierno o del PSOE andaluz a personalidades sanchistas. Pero no va a dar la batalla porque los que han formado parte de sus apoyos en las primarias sean "integrados" por la nueva dirección. De hecho, ya están fuera de la Ejecutiva por decisión de Sánchez.
El mensaje clave de la retirada ha sido que, en su propia agrupación local, la de Triana, Susana Díaz ha consentido un acuerdo de integración de compromisarios de uno y otro sector al Congreso Federal del próximo mes de junio. Igualmente ha sido relevante el bajón del nivel de decibelios en sus mensajes desde el pasado domingo.
Está por ver que Susana Díaz acepte la decapitación de una de las principales cabezas del grupo parlamentario socialista tras la dimisión obligada de Antonio Hernando. Se trata de Miguel Ángel Heredia que se refirió a Margarita Robles y al sanchismo en términos poco respetuosos. El propio Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que se erige día a día en personaje relevante del sanchismo, lo ha condenado. Debe dejar su cargo en el grupo parlamentario y apartarse de la secretaría general del PSOE de Málaga.
Juan Marín, el jardinero fiel
Tras unos años de apoyo incondicionado de Ciudadanos Andalucía a las decisiones de Susana Díaz, Juan Marín se entrevistó este miércoles con la presidenta de la Junta para examinar el grado de cumplimiento de sus acuerdos, que el líder de Ciudadanos cifró en un "66%".
Pero lo más subrayable de la reunión del miércoles es el silencio de Juan Marín, en vísperas de la sesión de control parlamentario a Susana Díaz, sobre las innumerables ausencias de la presidenta en el día a día de la gestión andaluza, ausencia más visible aún por el masivo acompañamiento que le han proporcionado cargos de su gobierno en su batalla en las elecciones primarias.
Contrasta esta postura con la del resto de la oposición, PP, Podemos e IU, de los que se espera este jueves, en dicha sesión de control, un ataque virulento hacia la figura de la presidenta por su absentismo y por su fracaso en la gestión de la Comunidad. Es más, se espera que Juanma Moreno, cuyo futuro se une a cada vez más a la necesidad de que Susana pierda las próximas elecciones, está empeñado en pedir su dimisión por una nueva causa política: "Estar achicharrada".
Sin embargo, Juan Marín ha logrado sacar dos conejos de la chistera de Susana Díaz, conejos ya viejos porque deberían haber salido del sombrero de la Junta desde el principio de la legislatura puesto que eran dos de las principales exigencias de Ciudadanos: el fin de los aforamientos en Andalucía y una nueva ley electoral que reduzca el poder de las mayorías.
Sobre el primer objetivo, que es la segunda vez que consigue Marín ya que lo consiguió en el acuerdo primero con el PSOE andaluz, se necesita un cambio en el Estatuto de Autonomía de Andalucía lo que puede sumirlo indefinidamente en el olvido teniendo en cuenta, además, que no se sabe si el PP estará o no de acuerdo en que este tipo de cuestiones se decidan a nivel autonómico.
Sobre el segundo, nadie cree que el PP, fuerza decisiva en las votaciones más cualificadas, esté de acuerdo con una Ley Electoral que le debilite en Andalucía. Tampoco parece posible que, en estos momentos de la partida, el PSOE andaluz acepte unas nuevas reglas electorales que reduzcan su mapa electoral en Andalucía.