Este martes supimos que el Gobierno está preparando un real decreto que permitirá que los alumnos de ESO podrán pasar a Bachillerato aunque su nota media no llegue al aprobado. Este miércoles, El Mundo publica que la reválida de la ESO pasará de tener siete a cuatro asignaturas: Lengua Castellana y Literatura, Lengua Extranjera, Matemáticas y Geografía e Historia –caen las dos materias de opción, más una específica–.
Un portavoz de Educación justifica la modificación en el diario de Unidad Editorial señalando que "ahora que las pruebas tienen una finalidad diagnóstica, para alcanzarla no es necesario evaluar tantas materias ni abarcar un currículo tan amplio". Así, el borrador no habla ya de evaluar asignaturas, sino "competencias": la matemática –que se obtiene a partir de Matemáticas–, la lingüística –Lengua Castellana y Literatura, Lengua Extranjera y Lengua Cooficial– y la "social y cívica" –Geografía e Historia–.
Estas pruebas ya no serán censales, sino muestrales –no evaluarán a todo el mundo–. El borrador no detalla el tamaño de la muestra y deja que los gobiernos autonómicos la determinen, cosa que no es bien vista por el máximo órgano consultivo del Gobierno en materia educativa: el Consejo Escolar del Estado.
Además, el Consejo cuestiona que se pueda hacer un buen diagnóstico cuando la orden permite a las autonomías no incluir en la muestra a alumnos con necesidades educativas especiales y a estudiantes de integración tardía.
En cuanto a los profesores, serán las CCAA las que designen al personal, y no el Ministerio. Además, el Ejecutivo deja en manos de las autonomías el diseño y el contenido de la prueba de Primaria, que el año pasado se hizo de forma muy desigual según el territorio –en algunos lugares, ni siquiera se hizo prueba física–.