La pelota del proceso separatista vuelve a estar en el tejado de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y la Assemblea de Municipis per la Independència (AMI). En la última fase de la "hoja de ruta" separatista, el protagonismo debe correr a cargo de "la gente", de los "voluntarios" de las entidades "civiles" y de su capacidad de arrastre.
El último documento surgido de la ANC, que se someterá a votación en una asamblea general a celebrar el próximo 29 de abril en Sabadell, insiste en la clave del éxito del proceso: "La movilización ciudadana es, sin duda, el elemento desatascador y definitorio que permitirá legitimar las decisiones políticas que, bajo el mandato mayoritario otorgado por la propia ciudadanía de Cataluña, deben tomar los representantes electos y las instituciones políticas de nuestro país; es pues el compromiso y perseverancia de la gente lo que hará posible la ruptura con el Estado español y la instauración de un nuevo ordenamiento jurídico e institucional".
Hasta ahora no había discusión sobre el músculo movilizador de la ANC, Òmnium y la AMI, pero el juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) sobre el 9-N ha arrojado sombras y sospechas sobre la capacidad de respuesta popular cinco años después de que Mas "inaugurara" el proceso tras la gran manifestación del 11 de septiembre de 2012.
Reacción menor
El primer día de la vista por el referéndum ilegal, alrededor de unas catorce mil personas acudieron al llamado de estas organizaciones, del Parlament, de la Generalidad y de los medios de comunicación controlados para mostrar su apoyo a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau, finalmente inhabilitados por desobediencia. Los organizadores esperaban como mínimo cuarenta mil personas, algo menos de las inscritas en la web de la ANC para participar en el acto de presión frente al TSJC, y esa es la cifra que dieron por buena, pero constatado el bajón se abstuvieron de forzar la máquina cuando salió la sentencia, el pasado lunes. La respuesta "cívica, festiva, pacífica y masiva" se saldó con una tímida cacerolada.
Por primera vez, la capacidad de reacción y movilización de la ANC brillaba por su ausencia a pesar de la hiperventilación con la que los inhabilitados encajaron el fallo y sus constantes alusiones al apoyo de la población. Como en la estrategia de la defensa exhibida durante el juicio, "la gente" volvía a ser invocada como parapeto de los políticos, pero las inhabilitaciones no lograron el efecto pretendido por la ANC y Convergencia, por lo que Mas no se pudo dar un nuevo baño de masas.