El Gobierno de la Generalidad ha salvado la peor semana para el proceso separatista desde la confesión de Pujol sobre la fortuna oculta en Andorra con una buena noticia. La militancia de la CUP se ha inclinado de manera clara a favor de apoyar los presupuestos autonómicos, indispensables para cumplir con la "hoja de ruta" que concluirá con la celebración en septiembre de un referéndum que los separatistas pretenden "legal y vinculante".
Como en toda la legislatura, los diez diputados de la CUP eran la clave para la aprobación de unos presupuestos cuya principal función es la de permitir la celebración del referéndum. El fiasco de la presentación del referéndum en Bruselas y el estallido del caso Vidal han puesto contra las cuerdas al bloque separatista, por lo que una negativa de la CUP a los presupuestos hubiera significado el golpe de gracia contra el proceso.
Las presiones han sido tan intensas como cuando los antisistema decidieron mandar a Mas a "la papelera de la historia", pero más eficaces y acompasadas a las circunstancias. Lluís Llach había amenazado con dejar la política si la CUP no aprobaba los números elaborados por el vicepresidente autonómico Oriol Junqueras, pero no ha sido ese el principal motivo de la cesión de la CUP.
Consejo de Otegi
Los antisistema no han logrado que se suba el IRPF a quienes ganen más de sesenta mil euros al año, pero se dan por satisfechos con el teórico incremento de las partidas sociales y la promesa de que el próximo curso se contratará a más de cuatro mil profesores. Si no aceptaban los números de Junqueras, el proceso quedaba visto para sentencia. Un adelanto electoral les favorecía tan poco como al PDeCAT y la percepción general les atribuiría todas las culpas por el colapso de proceso. Este mismo viernes se lo advertía Arnaldo Otegi en una conferencia en el Ateneo Barcelonés al afirmar que la ruptura del bloque separatista favorecía al Estado.
En los últimos días, a medida que avanzaban las votaciones en las asambleas territoriales, se daba por seguro el "sí" de la CUP, refrendado este sábado en el recuento final del "consejo ejecutivo" de la formación, un cónclave restringido y celebrado en Vilafranca del Penedés en el que se ha resuelto continuar con el proceso.
Duras intervenciones
El resultado del cónclave antisistema ha arrojado 39 votos a favor, 22 en contra y 2 abstenciones, sumados los votos de las organizaciones locales, partidos y facciones que integran la CUP. Las delegaciones de Barcelona y el Baix Llobregat fueron las únicas que se opusieron. Otras dos, Alt Ter y Penedés, dividieron sus votos entre el sí y el no. Lérida, Valles Oriental y Occidental, Maresme, Cataluña central y Nororiental, decantaron la balanza a favor de los presupuestos.
A pesar de la claridad del resultado, la diputada Eulàlia Reguant cargó contra los presupuestos, los calificó de "autonomistas" y "convergentes". El responsable del comité político de la CUP y exdiputado Quim Arrufat fue más duro y pidió el cese de los "chantajes" de Junts pel Sí: "El primer chantaje fue la imposición de Mas, el segundo, la creación de un bloque de unidad independentista (Junts pel Sí) y el último, vincular la aprobación a los presupuestos a la celebración del referéndum ¡Basta ya!", clamó.
Aun así, anunció que dos diputados darán el sí a los números mientras que los otros ocho se abstendrán, que dicho "sí" es condicional y que el referéndum debería celebrarse en mayo "para adelantarnos a la estrategia judicial del Estado".
Vidal y el síndrome de Munchausen
Puigdemont y Junqueras salvan así una semana horribilis que comenzó el domingo en TV3 con la "encerrona" al president, continuó con la arenga institucional para que los funcionarios pidan un día de asuntos propios para apoyar a Mas en el comienzo de su juicio, el 6 de febrero, con la sesión en Bruselas ante un público de acólitos y estalló con las revelaciones de Santiago Vidal, el exjuez a quien ahora se pretende presentar como un caso de síndrome de Munchausen para intentar paliar las consecuencias judiciales que pudieran derivarse.