Nadie duda que la IV Asamblea General de Ciudadanos, que tendrá lugar el primer fin de semana de febrero, supondrá un antes y un después en la historia del partido naranja, nacido hace una década en Cataluña, aun cuando Albert Rivera seguirá siendo su todopoderoso e indiscutido líder. El cónclave dirá adiós definitivamente a una formación política de ámbito catalán y saludará a otra con implantación en toda España y representación institucional en buena parte del país, siendo el cuarto grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados y el sostén de importantes gobiernos regionales, como los de Madrid o Andalucía.
No es baladí el hecho de que el congreso vaya a celebrarse en Madrid (no es seguro que en la capital, pues los responsables de organización están buscando aún un recinto y no descartan que sea en otra localidad de la región) ni de que sean las agrupaciones madrileñas las que más enmiendas han presentado a las ponencias de estatutos, valores y estrategia política a las que el Consejo General dio luz verde el pasado diciembre.
Los afiliados de la Comunidad de Madrid aportan 175 enmiendas, liderando un particular ranking en el que Andalucía aparece en segundo lugar, con 151, Cataluña en tercero con 120 y la Comunidad Valenciana en cuarto, con 108. Del resto de territorios ninguno llega a las 50 enmiendas, oscilando entre las más de cuarenta de Murcia, Aragón y las dos Castillas, hasta las apenas 3 de Navarra o Ceuta, o las 2 de Bruselas y el Reino Unido, donde jóvenes afiliados han creado agrupaciones.
Una 'repesca' de enmiendas
A partir de este jueves, unas comisiones de trabajo designadas por la Ejecutiva seleccionarán, agruparán y ordenarán las enmiendas, evitando redundancias y premiando aquellas que sean más representativas del sentir de la militancia. Terminado el proceso, quedarán 60 enmiendas, a las que se añadirán otras quince votadas de nuevo por los militantes, en una suerte de ‘repesca’ que garantizará, aseguran fuentes de la dirección de Ciudadanos, "la voluntad del conjunto de afiliados". Lo cierto es que el proceso permitirá, por ejemplo, que un afiliado andaluz pueda respaldar una enmienda de un afiliado madrileño, o viceversa.
Entre los aspectos más discutidos de las tres ponencias marco están el polémico artículo estatutario que penalizaba las corrientes críticas, un aspecto sobre el que la cúpula centrista ya está reculando, sustituyendo el término por el de "grupos organizados"; la definición estratégica de cuándo permitir la entrada en gobiernos, si desde este mismo año o a partir de las elecciones autonómicas y municipales de 2019 y por último, aunque obviamente no menos importante, la definición ideológica del partido.
El pasado 17 de diciembre, el Consejo General rechazó por sólo tres votos una enmienda a la totalidad del sector socialdemócrata catalán, contrario a la renuncia al "centro-izquierda" y al "socialismo democrático" como señas de identidad (introducidas por Francesc de Carreras en 2007 y defendidas entonces con ahínco por su discípulo académico Rivera y sus más próximos) aunque ese mismo sector obtuvo una satisfacción postrera al transaccionar los riveristas, mediante la simple eliminación de una coma, que Ciudadanos se defina como "liberal", para hacerlo finalmente como "liberal progresista".
Los compromisarios
La superioridad en enmiendas se refleja también en el número de compromisarios de los 600 que habrá en total. Sin embargo, el reglamento del congreso inclinará la balanza hacia los compromisarios catalanes más que hacia los de los otros tres territorios con mayor músculo naranja.
Si bien a Madrid le corresponden 92 representantes, a Andalucía 77, a Valencia 69 y a Cataluña 53, a los de esta última comunidad habría que sumar los miembros del Consejo General saliente, miembros natos, así como los de la Ejecutiva saliente, con clara mayoría de catalanes, y la entrante, elegida en primarias una semana antes del congreso en un sistema de lista plancha junto a Rivera, quien muy probablemente será proclamado presidente del partido el próximo 24 de enero, ante la más que previsible falta de candidatos alternativos.
Aunque su elección vaya a ser un paseo militar, Rivera podría afrontar alguna dificultad más en la votación sobre su informe de gestión de su anterior mandato como presidente. Sin embargo, difícilmente alguien podrá aducir que no ha cumplido los objetivos fijados en la III Asamblea General, celebrada en 2011. Entonces, la ponencia de estrategia fijaba como principal objetivo político lograr un grupo propio en el Parlament de Cataluña. Un lustro después, Ciudadanos es la segunda fuerza política de esa cámara.