Las semanas previas al IV Congreso Nacional de Ciudadanos, que se celebrará en Madrid el primer fin de semana de febrero, están siendo más agitadas de lo que el indiscutido liderazgo de Albert Rivera haría presagiar. Ante la amenaza de una enmienda a la totalidad de los estatutos que se llevarán al cónclave, así como de las ponencias de valores y de estrategia política, por parte de sectores organizados del partido centrista en Madrid, el aparato riverista ha intentado maniobrar con rapidez estas navidades, antes de que el presidente de la formación naranja retome la actividad este lunes con su primera rueda de prensa de 2017.
El temor a encontrarse con una situación en el cónclave del mes que viene como la que tuvo que encarar en el Consejo General del pasado 17 de diciembre, cuando el sector socialdemócrata se quedó a apenas tres votos de tumbar la ponencia de valores, que finalmente fue adaptada parcialmente a sus postulados, ha llevado a plantear una modificación de uno de los artículos estatutarios más polémicos. Se trata del que tipificaba como falta muy grave, susceptible por tanto de expulsión del partido, la creación de corrientes críticas.
El redactado modificado, que se presentará como una enmienda de la Ejecutiva, tratará, según fuentes de la dirección, de "ajustarse más" a lo que se quiere, que es, aseguran: "Evitar que grupos organizados actúen desde dentro contra el partido". Una practica que la secretaría de organización naranja dice haber detectado en varias agrupaciones, como por ejemplo una en Extremadura, víctima de una operación de entrismo al afiliarse cien personas en masa desde el mismo ordenador y con la misma cuenta corriente. El pasado 19 de diciembre, Albert Rivera defendió sin ambages el artículo sobre las corrientes argumentando que "hay que proteger a los afiliados" de la aparición de grupos organizados.
El "cuaderno azul" de Rivera
Para los sectores críticos, en cambio, el artículo de marras que ahora se pretende modificar no es más que una prueba de la cada vez más evidente intención de la dirección de Ciudadanos de acallar cualquier debate dentro del partido. Consideran, además, que cada vez la distancia es mayor entre Rivera y sus más próximos y el resto de cargos centristas en las distintas comunidades autónomas y ayuntamientos. Una situación que describen como de "cuello de botella" y que consideran insostenible a largo plazo.
Además de las modificaciones de última hora en las ponencias, Rivera tiene en su mano otra importante baza para calmar las aguas, que no es otra que la configuración de la nueva Ejecutiva, que se elegirá por un sistema de lista plancha en las primarias abiertas a toda la militancia que tendrán lugar una semana antes del congreso de febrero. El mutismo sobre quienes serán los elegidos por el líder ocasiona bromas dentro de la dirección naranja, en la que aseguran que ocurre como cuando en el PP se hablaba del cuaderno azul de José María Aznar. Nadie sabe si habrá cambios de calado en alguno de los puestos sensibles de la Ejecutiva, ampliada a cuarenta personas, por lo que en la misma sí que habrá nuevas incorporaciones.
Otro aspecto importante es que el nuevo Consejo General (un órgano similar al Comité Federal del PSOE) será verdaderamente representativo del partido en toda España y no únicamente en Cataluña.