Nunca como este martes se ha puesto de manifiesto la doble vara de medir del presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont. Por una parte, se quejaba amargamente de que quemar retratos del Rey o banderas de España sea considerado un delito en el Código Penal. "Eso es impropio de las democracias seguras de sí mismas", ha pontificado ante los micrófonos de la emisora en catalán de Radio Nacional de España. Por otro lado, ponía el grito en el cielo por la aparición de unas pintadas en el local de su partido en el barrio barcelonés de Horta con los nombres del consejero de Interior, Jordi Jané, y la coordinadora general del PDEcat, Marta Pascal, junto al graffiti de un muñeco ahorcado y la amenaza ho pagareu (lo pagaréis).
En un mensaje en la red social Twitter, Puigdemont ha calificado el hecho de "impresentable, indecente, injusto y cobarde" y expresado "la condena más absoluta".
Impresentable, indecent, injust i covard. La condemna més absoluta. https://t.co/PTZeA33Vip
— Carles Puigdemont (@KRLS) December 13, 2016
Otras dos sedes del partido han aparecido también con pintadas, tales como "no aprobaremos los presupuestos" o "Rip Mas", tras la detención por parte de los Mossos de cinco miembros de la CUP por quemar retratos del Rey.
Ni una palabra sobre SCC
Inaudita reacción toda vez que Puigdemont, como sus antecesores, no se da por enterado de los frecuentes ataques contra las sedes de otros partidos o de incidentes como el ocurrido este lunes en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), cuando un grupo de separatistas trató de linchar a un grupo de estudiantes que había montado una carpa informativa.