"Ha sido un enorme honor ser su amigo y por eso estoy aquí". Mariano Rajoy no dudó en acudir al funeral de Rita Barberá, y volvió a reivindicar su figura. "Fue una extraordinaria alcaldesa, una persona generosa, amable, afable y luchadora que defendía con convicción aquello en lo que creía", destacó, antes de saludar, junto a su mujer Elvira, a la familia de la senadora. También acudió a Valencia María Dolores de Cospedal, que siempre la defendió en privado. No estuvo, para respetar el deseo de sus allegados, Isabel Bonig, la líder regional de la formación, ni el resto de la cúpula nacional.
Para el PP, volvió a ser una jornada durísima, de duelo. Incluso se instaló un libro de condolencias en Génova13. "Conozco a Rita desde hace más de 30 años", rememoró Rajoy a las puertas del tanatorio, ante una nube de periodistas. El presidente no quiso hacer más consideraciones, aunque desde primera hora ministros y altos cargos del PP entraron en el capítulo de las posibles responsabilidades por la depresión que sufría Barberá, y apuntaron directamente a los medios de comunicación. "Ha habido una auténtica cacería mediática que afectó mucho a Rita", declaró José Manuel García Margallo, que habló en Telecinco de "artículos y opiniones realmente muy hirientes y muy injustos". Rafael Hernando apuntó directamente a La Sexta y denunció un "pimpampum" contra la senadora "porque daba audiencia".
Una dureza contra los medios y determinados partidos -"las hienas siguieron mordiéndola", en palabras de Hernando- que no vino acompañada de autocrítica. De hecho, según el portavoz del Grupo Popular, a Barberá se le apartó, obligándole a que devolviera su carnet de militante, para "protegerla". Y de ahí que en el PP "no" haya mala conciencia por lo ocurrido. Se sumó a esta tesis Rafael Catalá, el ministro de Justicia: "Abandonó el partido para tener más tranquilidad y estar menos bajo los focos mediáticos" y defenderse en los tribunales "con reposo". "No fue el PP el que decidió condenarla sin darle la más mínima oportunidad", remató Íñigo de la Serna, titular de Fomento.
Un relato que choca frontalmente con los hechos. La dirección nacional, por orden de Rajoy, tuvo que esforzarse a fondo para que Barberá diera un paso atrás, en una traumática y dolorosa caída política. Cuando el Tribunal Supremo decidió investigarla, Fernando Martínez Maillo y Cospedal fueron los negociadores, ya que el presidente rehusó entonces hablar directamente con ella. Y previamente, con las presuntas irregularidades del PP valenciano en todas las portadas, la senadora mandó unos mensajes de texto muy duros a los vicesecretarios generales, que se negaron a respaldarla públicamente. También cortó el contacto, tras momentos de gran tensión, con Isabel Bonig y la cúpula regional de la formación.
El PP, incluido Hernando, decidió abandonar políticamente a Barberá bajo el argumento de que ya no era del partido y estaba en el Grupo Mixto. Este mismo lunes, al término del Comité de Dirección, Pablo Casado usó ese argumento para no entrar a valorar su declaración ante el Supremo. Y fue su expulsión y su repudio lo que pusieron en entredicho, pocas horas después de su muerte, desde José María Aznar a Esperanza Aguirre. También Celia Villalobos, que siempre se mostró comprensiva con ella.
La propia familia de Barberá desmintió la teoría de que el PP la apartó para protegerla. Este diario ya avanzó el miércoles el enfado del entorno de la senadora con el partido, como corroboró José María Corbín, su cuñado: "Rita ha muerto de pena y la principal aportación la han tenido los suyos", declaró a la Cope. Quienes la conocían han sido prácticamente unánimes: "Se quejaba de que su partido la había abandonado, tanto en Madrid como en Valencia, con todo lo que ella había hecho por el PP".
Un lamento que tuvo que escuchar el propio Rajoy en el funeral, tal y como publicó El País. "La habéis dejado caer", le espetó Jacobo Ríos, amigo personal de Barberá. Fue, eso sí, un caso aislado y el presidente llegó a ser aplaudido en el tanatorio. "La reflexión que tenemos que hacer todos en casos como estos es que tenemos que estar más cerca de las personas, acompañarlas más. Ese es el reproche que algunos nos podemos hacer, que teníamos que haberla llamado más, que hubiera sentido el calor de no sentirse sola", dijo Íñigo Méndez de Vigo, más comedido que Hernando y Catalá.