Ni el agresivo discurso de Carles Puigdemont en la entrega de premios de la patronal catalana, Foment, ante Felipe VI fue óbice para que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, mantuviera una reunión con el presidente de la Generalidad al término de la cena. Los asistentes al acto se quedaron perplejos ante la acusación que Puigdemont lanzó ante el Rey: "El Estado español ha sido negligente con Cataluña".
Antes y después de esa frase, loas a la productividad catalana y a su supuesta superioridad tecnológica en relación al resto de España, a pesar incluso del "maltrato" del Gobierno, y críticas a la "judicialización" de la política. Felipe VI, en su turno, se limitó a leer sin salirse del guión unos papeles sobre la internacionalización de la economía, la formación permanente y los retos de la globalización. Esa misma mañana del jueves, en la inauguración de la XI Legislatura, el Rey había apelado al diálogo, pero dentro de las leyes, en un fragmento de su discurso ante el Congreso que se valoró como una alusión implícita al proceso separatista.
A pesar del tono y el contenido del texto leído por Puigdemont en la entrega de premios, Soraya Sáenz de Santamaría, en su nuevo papel de "ministra para Cataluña", respondió a la soflama del presidente autonómico con la deferencia de un aparte tras la cena en una estancia cerrada de la sede de la patronal, según informa La Vanguardia. En dicho encuentro, presidido por la amabilidad, la cortesía y una buena sintonía según fuentes de la Generalidad que cita el diario catalán, Soraya Sáenz de Santamaría se comprometió a estudiar a fondo el listado de 46 peticiones de la Generalidad relacionadas con competencias, inversiones y dinero a fondo perdido.
No pasaron ni 24 horas cuando el Consejo de Ministros anunciaba los nombramientos de Enric Millo como nuevo delegado del Gobierno en Cataluña y del diputado aragonés Roberto Bermúdez de Castro como secretario de Estado de Administraciones Territoriales. De Bermúdez de Castro destaca su amistad con la vicepresidenta, pero la sustitución de Llanos de Luna por Enric Millo sugiere directamente en los nacionalistas un cambio claro del Gobierno respecto al expediente catalán.
En los medios afectos al proceso, Millo recibe calificativos tales como "soberanista de piedra picada" y "exindependentista" puesto que dejó Unió cuando integraba el ala "soberanista" de los democristianos, fue rechazado por ERC y pasó al PP de Piqué con el crédito de sus convicciones nacionalistas como prueba del giro catalanista en el partido que imprimió el exministro y exportavoz gubernamental en los gobiernos de Aznar.
Sáenz de Santamaría se ha aplicado con entusiasmo a la tarea encomendada por Rajoy de abordar el expediente catalán, ya sin las interferencias del exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo. De primeras, se mostró dispuesta a aceptar la invitación de Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalidad, para empezar a negociar en Barcelona, después parlamentó con Puigdemont y el próximo lunes presidirá en la Delegación del Gobierno en Cataluña el traspaso de poderes entre Llanos de Luna (cabeza visible de la respuesta judicial al proceso separatista) por Enric Millo, al que el digital de ERC, directe.cat, define como un "exindependentista". Ese mismo medio, dirigido en el pasado por Junqueras y ahora por Joan Puig, el exdiputado republicano que asaltó la piscina de Pedro J. Ramírez, dedica una pieza a las dos cobras que Puigdemont habría ejecutado para no saludar a Felipe VI en la entrega de los premios.
A pesar de ello, se abre una nueva etapa en la que a Millo le tocará engrasar las relaciones entre el Gobierno y el Govern mientras Carles Puigdemont se reafirma en que no acudirá a la reunión de presidentes autonómicos con Mariano Rajoy porque "Cataluña se ha ganado el derecho a la bilateralidad".