La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, es la gran novedad en el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy. Una de las personas de más confianza del presidente del Gobierno y su mano derecha en el partido, gestionará a partir de ahora la cartera del Ministerio de Defensa, aunque el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) permanecerá en Presidencia a cargo de Soraya Sáenz de Santamaría, un trasvase que se dio por primera vez en 2011.
Llega a un ministerio con una importante necesidad económica, no en vano, las restricciones presupuestarias provocadas por la crisis económica han puesto a las Fuerzas Armadas en una difícil situación que, incluso, se encuentra cerca en algunas ocasiones en la línea roja de la inoperatividad. El último presupuesto otorgó un 0,7 por ciento del PIB al Ministerio de Defensa, muy lejos del 2% considerado el mínimo óptimo a invertir por la OTAN.
El Gobierno en funciones no ha permitido la aprobación del tradicional crédito extraordinario con el que se venían pagando los Programas Especiales de Armamento (PEAs) -programas de modernización del armamento de las FAS- cuyo pago de 2016 todavía está pendiente de realizar. Un problema que debería resolver a la mayor brevedad posible para no perder credibilidad internacional ante los consorcios europeos ni ahogar económicamente a la industria nacional de defensa.
También deberá resolver con prontitud otras decisiones que llevan paralizadas desde hace meses por la existencia de un Gobierno en funciones. Entre ellas, ampliar el despliegue de las Fuerzas Armadas en el exterior, en diferentes misiones que luchan contra el terrorismo internacional como Irak, o el despliegue de nuevas tropas en Europa del Este, en el muro anti-Rusia diseñado por la Alianza Atlántica.