La constitución del Partit Demòcrata Europeu de Catalunya o PDECat se ha dejado por el camino a más de la mitad de la militancia que tenía Convergència. En el congreso fundacional de la marca heredera del partido de Pujol y Mas, tenían derecho a participar los 18.000 afiliados con los que contaba CDC. Sólo permanecen ocho mil, según los recuentos de las diversas votaciones para elegir dirección, ejecutiva y avalar el nuevo nombre tras el frustrado intento de inscribir el nombre de Partit Demòcrata Català.
El separatismo radical liderado por Mas y corregido y aumentado por Carles Puigdemont en un proceso iniciado cuando Convergencia digería el tripartito en la oposición ha provocado la desafección de las bases tradicionales del partido, de signo conservador y contrarias a la independencia.
Esos exmilitantes y los cientos de miles de votantes que Convergència ha perdido por culpa del proceso separatista son el objetivo de proyectos como el de Lliures (Libres) o la nueva Unió Democràtica de Catalunya, el partido que manejara a su antojo Duran Lleida durante décadas.
Lliures se presentó en sociedad como el embrión de partido nacionalista no independentista del marido de Inés Arrimadas, Xavier Cima. Sin embargo, Cima, exdiputado de CDC en la pasada legislatura autonómica, no tardó en insistir en que él saludaba la aparición de una opción moderada pero que entre sus planes no constaba la vuelta a la política. De este modo, el exconsejero autonómico con Pujol, Antoni Fernández Teixidó, es el rostro visible de la "escisión", que se define como derecha liberal nacionalista no independentista".
En dura competencia con los restos de Unió, acuciada por las deudas y fuera del Parlament y del Congreso, Lliures pretende atraerse el voto moderado del nacionalismo y aprovechar el que intuyen enorme vacío electoral dejado por la tradicional Convergència, tendente al pacto, una estrategia definida como la de la "Puta y la Ramoneta" que consistía en gobernar en Cataluña y mandar en Madrid.
Reivindican los buenos viejos tiempos o Cuando pintábamos algo en Madrid, libro de la editorial EDLibros (del diario Economía Digital) que dirige Félix Riera, el penúltimo director de Catalunya Ràdio, vinculado a Unió y que cesó ante el agudizamiento del sesgo radical que la Generalidad imprimió en la emisora pública.
El libro es una recopilación de hechos y anécdotas protagonizadas por los antiguos prohombres del nacionalismo catalán y destaca sobremanera el testimonio de Josep López de Lerma, a cuenta del cual le entrevista La Vanguardia. López de Lerma no deja títere con cabeza en el PDEcat, apunta directamente a Artur Mas, al que califica de "gran capitán del hundimiento" y describe a los nuevos dirigentes del nacionalismo convergente como unos "niños incalificables" que "no saben ni pedir un taxi".
En opinión de López de Lerma, diputado nacionalista en Madrid entre 1980 y 2004, "Mas no era la persona más preparada". "Debió saber separarse del pater a tiempo –añade– y no lo hizo. Pero el grave error de Mas es rodearse de unos niños incalificables. ¡No habían visto el mundo ni por un agujero! Se lo advertí a Pujol cuando me preguntó sobre el ascenso de miembros de las JNC en altos cargos del Govern. Le dije que no, que antes debían ejercer sus profesiones y pisar el asfalto; no ir directamente de la universidad a cargos de responsabilidad. Les das coche oficial y secretaria y después no saben ni pedir un taxi. Así le ha ido a Mas, que se rodeó de mediocres".
"Mas se ha suicidado"
Preguntado López de Lerma sobre si se esperaba eso de Mas, responde: "Mas se ha suicidado. Tiene guasa que la primera víctima importante del proceso sea el mismo que lo inició. Todo ha sido un despropósito. Pero es que cuando se quiere como pareja a la CUP, todo es posible. Se escogió primero a ERC y se decidió hacer un plebiscito, algo que no es posible a través de unas elecciones autonómicas. Era un montaje, pero es que además se perdió y dijeron que habían ganado sumando a la CUP. En política, dos y dos no suman cuatro. Y lo primero que piden los de la CUP es la cabeza de Artur Mas. Él mismo puso la cabeza bajo la guillotina. Para llegar aquí, no hacían falta tantos procesos y procesiones. Mi conclusión es que Mas no había nacido para dedicarse a esto".
El exdiputado convergente en Madrid también reparte a los nuevos dirigentes nacionalistas: "Los nuevos no es que no sepan de la misa la mitad, es que ni siquiera ha llegado a la introito. Entenderse con Madrid pasa por el pacto y la transacción. Y sólo se pacta desde la discrepancia. Eso no quiere decir renunciar a tus ideales y principios. El pacto es aceptar lo que toca hacer en cada momento porque no es posible lograrlo todo al mismo tiempo, ni en Catalunya ni en el resto del mundo. Volviendo a la historia, siempre hemos acabado pactando. Siempre nos han temblado las piernas: esa es la realidad. Macià y Companys se acabaron bajando los pantalones al cabo de dos días después de proclamar la independencia".
La conclusión de López de Lerma da alas a quienes pretenden reconstruir la vieja Convergència: "Ahora CiU ya no lidera la última etapa. Ni siquiera existe y ha tenido un entierro de tercera. En nuestros tiempos, marcábamos el ritmo político. Ahora no pintamos nada. En Catalunya, puede más la CUP que la ex CDC. En Madrid, hemos obtenido los peores resultados de la historia –por lo que, por cierto, el señor Homs todavía no ha dimitido–, y no pintamos nada, relegados debajo de las columnas del gallinero".