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Crespo cierra filas en torno al grupo Correa: solo fue culpa del jefe

El supuesto número dos de la Gürtel ha negado pagos en B a Bárcenas: "Jámas he tenido conocimiento de un delito".

Sala de prensa de la Audiencia Nacional | EFE

Don Vito Corleone reprendió a su primer hijo Sonny: "Nunca vuelvas a decir lo que piensas a alguien que no sea de la Familia". Aunque Francisco Correa renegó del apodo del protagonista mafioso de El Padrino en la génesis de este juicio por la Época I del caso Gürtel (1999-2005), un sencillo ejercicio de imaginación nos traslada a la secuencia anteriormente relatada. Porque la mano derecha de Correa, su ficticio y presunto hijo en la red corrupta, está transformando al completo la versión que prestó ante el juez en la fase de investigación. Pablo Crespo reconoció entonces parte de su responsabilidad en los hechos; ahora protege a los suyos, a la Familia Gürtel, y deposita la culpabilidad en el líder ya confeso del vilipendio de unos 450 millones de euros públicos.

Un hombre que se juega casi 400 años de cárcel entre las distintas vertientes de un escándalo de corrupción comprende y asimila que dormirá buena parte de su vida entre rejas. La persona que da nombre a la Gürtel lo ha pasado mal durante la instrucción y tendrá muchos defectos, pero no es un iluso. En las primeras jornadas de la vista oral, se autoinculpó y se condenó para alejar de la prisión a su núcleo más cercano en el entramado de empresas que se habría adjudicado contratos amañados por personajes políticos a cambio de comisiones. Don Vito Correa eximió a Crespo y Crespo ha señalado a Correa como la persona que controlaba y decidía sobre los pelotazos perseguidos.

Están de acuerdo, salvo con Luis Bárcenas. Correa colocó a quien fuera senador y tesorero del Partido Popular prácticamente a su mismo nivel en el engranaje corrupto. Lo disfrazó de llave en las concesiones ilícitas, el intermediario para que los ministerios de Fomento y Medio Ambiente adjudicaran proyectos a sus sociedades y a constructoras como OHL o FCC, con un porcentaje de entre el 2 y el 3 por ciento de mordida: "En algunas ocasiones compartía con otros políticos y otras muchas no compartía", manifestó el cabecilla eludiendo menciones a la supuesta Caja B de la formación. Tras definir al exgerente como "un cliente con el que había que pelear los precios", Crespo le ha desmentido. Jamás entregó a Bárcenas "ni un solo céntimo" en negro, solo cobraba talones por las campañas electorales: "Pagos documentados, facturados y declarados".

Conmigo o contra mi

Pablo Crespo, secretario de organización del PP en Galicia antes que presunto delincuente, ha hecho extensible la fórmula del "ni un solo céntimo" a quienes, según la Fiscalía Anticorrupción, integraban el epicentro de la trama: el denominado grupo Correa. Michael Corleone recomendó a su hermano mayor Fredo: "nunca vuelvas a tomar partido contra la familia". Del acusado como contable de la trama, José Luis Izquierdo, ha dicho el supuesto número dos de la Gürtel que estaba en el "último escalón, no tenía bachillerato, no tenía ni idea de contabilidad, era la persona que iba a los bancos y recogía el correo". Sobre Carmen Rodríguez Quijano, la exmujer de Correa, que "no ha tenido ningún poder de decisión ni ninguna función dentro de las compañías".

Ha recibido el favor más gordo Álvaro Pérez; y el más flaco Isabel Jordán. Crespo ha sostenido que el hombre de la Gürtel en Valencia, apodado el Bigotes, "no tenía límite para gastar, hacía eventos que eran imposibles de montar". En una hábil maniobra para librarle de toda culpa, ha descalificado sus dotes de gestor para resaltar su faceta estética: "Era un artista en el sentido de que es una persona creativa, es el mejor escenógrafo que conozco, tiene grandes ideas de creatividad". Por el contrario, a Jordán le ha hecho pagar que saliera regañada con La Familia,como acredita la instrucción: "Era la persona que tenía el poder de decisión sobre cuatro de las empresas de eventos. Supervisaba y dirigía, era la persona de más nivel en esas empresas".

En nombre de Manuel Fraga

A lo largo de las once sesiones de juicio celebradas hasta el momento, han salido a la palestra un puñado nombres de dirigentes populares, también es cierto que menos de los esperados. Algunos exculpados, como Mariano Rajoy y José María Aznar; y otros involucrados, por ejemplo, Ana Mato, Jaume Matas, Javier Arenas o Francisco Álvarez Cascos. El abogado de Luis Bárcenas ha traído a colación este martes al fallecido Manuel Fraga. Joaquín Ruiz de Infante ha mostrado a Crespo una carta fechada en 2003 donde el presidente honorífico del Partido Popular hacía referencia a una deuda de la formación en Galicia con las empresas de Correa por la organización de las campañas electorales. El ex secretario de organización de ese grupo político ha asegurado que nunca se pagó ese débito, aunque hizo gestiones para ello.

Concretamente, con los extesoreros del PP Luis Bárcenas y su antecesor Álvaro Lapuerta. Con este último tuvo más trato: "cada vez que venía a Galicia lo recogía yo, alguna vez lo llevé a ver a su hijo a Pontevedra, me parecía una persona entrañable". Crespo ha relatado también cómo se deterioró la relación entre Correa y Bárcenas: ocurrió durante un Máster 1000 de Tenis en Madrid, porque el exsenador se sentó en el palco de una empresa de la competencia en vez de en el suyo.

Cierre con su abogado

Aún le restará a Crespo el trámite de la última palabra, pero la fase final de su interrogatorio conducida por su abogado Miguel Durán bien ha servido para recalcar los pilares básicos de su defensa: "Jamás he tenido conocimiento de un acto delictivo como tal"; ni él, ni sus compañeros José Luis Izquierdo, Alicia Mínguez e Isabel Jordán. Quien para el Ministerio Público ejerció como número dos de la red corrupta, se sigue presentando como un trabajador raso de Francisco Correa. Uno que comprometió su profunda formación en banca y su emergente carrera política y se mudó a Madrid con sus tres hijos por un buen sueldo como gestor: 5.400 euros al mes en catorce pagas para ser exactos.

Entre otras cosas, ha recordado el argumento con el que intentó obstaculizar el procedimiento judicial por "viciado de origen". Se refiere al trato que recibió por parte del juez Baltasar Garzón en su fase embrionaria. No solo porque el magistrado escuchara de manera ilegal sus conversaciones en prisión provisional –por lo que fue apartado de la judicatura–, también por las "condiciones infrahumanas" en las que le retuvo en los calabozos madrileños de Moratalaz, aguantando gritos, sin comer y sin poder ir al baño: "Tampoco tengo una vejiga de titanio". Inmediatamente después, el entonces titular de Juzgado Central de la Audiencia Nacional le sometió a un interrogatorio "prospectivo", que en su mayoría no recuerda porque "en aquel momento estaba agotado".

Así se ha consumido la declaración de Pablo Crespo, con el sacrificio del capo y más cantidad de "no lo sé" y "no recuerdo" que de historias merecedoras de un galardón cinematográfico. El futuro dirá si este repliegue sirve a algunos acusados para librarse de la cárcel; y si Correa ha alcanzado algún acuerdo con la Fiscalía Anticorrupción para que rebaje su condena a cambio de una delicada confesión. Dos de los principales protagonistas han pasado ya de puntillas por el micrófono. Queda Bárcenas, de momento sin fecha. Y este viernes será el turno de el Bigotes, otro supuesto Corleone, a priori dispuesto a callar para que solo pague Don Vito.

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