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Rivera no es neutral en la batalla del PSOE

Alentó a los críticos nada más conocerse la intención de Sánchez de convocar unas primarias, que, a su juicio, conducirían a las terceras elecciones. 

Alentó a los críticos nada más conocerse la intención de Sánchez de convocar unas primarias, que, a su juicio, conducirían a las terceras elecciones. 

En los golpes, sean duros, blandos o simplemente palaciegos, ocurre como en el deporte, que la cosa no es como empieza, sino como termina. De ahí que resulte siempre prudente no señalar a nadie como caballo vencedor, al menos hasta que la crisis se resuelva.

A las 18:28 horas del miércoles, cuando diecisiete miembros de la Ejecutiva del PSOE se dirigían a la sede de Ferraz para presentar su dimisión, con la intención de forzar la renuncia de Pedro Sánchez, y antes de que el el principal lugarteniente del líder socialista, César Luena, ganase la posición estratégica de la sede central del partido en Madrid, Albert Rivera se apresuraba a tomar partido en Twitter: "No me alegra ver a un partido constitucionalista en crisis, pero peor sería que toda España continuara en crisis por el bloqueo institucional".

Alentando a los críticos socialistas

El líder centrista alentaba así la maniobra de los críticos, a los que había apelado el lunes, nada más conocerse la intención de Sánchez de convocar un congreso con primarias para refrendarse como líder. "Espero que acierten" decía Rivera en una rueda de prensa en la sede de Ciudadanos, con la vista puesta en el Comité Federal del sábado, al tiempo que criticaba la iniciativa del secretario general del PSOE, por considerar que abocaría a las terceras elecciones: "Anunciar eso para esas fechas nos pone, lógicamente, más cerca del bloqueo institucional que de la solución. Otra cosa es que eso se produzca, que el Comité Federal asuma o acate ese debate interno o realmente se pongan a pensar en primero desbloquear España y luego elegir a su secretario general".

Al día siguiente, martes, durante una reunión del Grupo de Ciudadanos en el Congreso en la que no hacía ni una mención al fracaso electoral naranja en Galicia y el País Vasco, Rivera volvía a atacar a Sánchez y a situarse en la línea de sus críticos, cuya principal cabeza visible, Susana Díaz, gobierna gracias al apoyo de la formación de centro. "A los españoles les interesa más que se acabe el bloqueo institucional que quién sea el secretario general del PSOE" afirmaba ante sus diputados, dejando claro de nuevo que su postura es exactamente la que manifiestan los críticos.

Más cercano a Felipe González que Sánchez

Entre los críticos se encuentra, en uno de los papeles más destacados, Felipe González, en los últimos meses mucho más cercano a Rivera que a Sánchez, por paradójico que resulte. Basta comparar los elogios del expresidente del Gobierno al primero –"es el primer acto de responsabilidad que se produce desde las elecciones" dijo cuando Rivera cambió su abstención "técnica" por la posibilidad, luego concretada, de un sí a Rajoy– y las aceradas críticas al segundo, que no en vano han precipitado la crisis interna que vive el PSOE.

Muy lejos quedan las semanas de principios de este 2016 en las que Rivera y Sánchez firmaban un acuerdo de Gobierno frustrado en la investidura fallida del socialista en marzo, cuando ambos mantenían una relación muy fluida que el tiempo ha ido apagando. De hecho, aún está pendiente una llamada del socialista al centrista dentro de la anunciada "ronda de contactos". "La llamada que no llega" decía recientemente en privado un colaborador de Rivera. Y que quién sabe, dadas las circunstancias, si llegará algún día.

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