Como apuntó Soraya Sáenz de Santamaría al término del Consejo de Ministros, no habrá fecha de investidura mientras no haya pacto. Lo que hace que tras una ronda de contactos infructuosa entre de Rajoy con Rivera y Sánchez, el calendario esté más abierto que nunca. Una nueva fecha se ha colado en las quinielas: la de la semana posterior al 25 de septiembre, fecha de las elecciones vascas y gallegas. Este viernes, Javier Maroto sugería que aunque "no es el mejor de los plazos", no se descarta que la investidura pudiera celebrarse tras la doble cita electoral. La afirmación amplía mucho el calendario previsto y no parece descabellada, dado lo complicado que aún lo tiene Rajoy para ver garantizada la investidura.
La situación tras los primeros contactos tras la ronda con el Rey sigue prácticamente idéntica: Rajoy no ha sumado apoyos. Sólo tiene garantizada la abstención de Ciudadanos, con el que ha abierto un diálogo que, confían, pueda llevarles hacia el sí, aunque el partido de Rivera recalca que no se moverá de su posición. El PSOE, mientras, insiste en que votará "no" y no sucumbirá a las presiones populares y mediáticas. Sánchez insistió en que Rajoy debe buscar el apoyo de las "derechas", término que englobaría a Ciudadanos, a CDC -aunque tras el episodio de los grupos el "no" parece definitivo- y también al PNV, que por el momento ha dejado claro que votará "no".
Parece difícil que los nacionalistas vascos puedan abstenerse o votar que sí a Rajoy antes de la cita electoral. El apoyo jugaría claramente en su contra, en un escenario que se presenta también muy enrevesado para Urkullu. Pero todo podría cambiar una vez cerradas las urnas. Al PNV le dejaría de suponer un coste abstenerse o votar a favor de Rajoy y podrían entrar en juego las propias negociaciones en el País Vasco. Las últimas encuestas otorgan al PNV en torno a los 27 escaños. Una alianza con el PSOE podría no ser suficiente para garantizarse el gobierno. Mientras, podría articularse una mayoría de izquierdas que le arrebate el poder. En ese entorno, los votos, a favor o en blanco, del PP, podrían convertirse en esenciales.
Para Rajoy, el apoyo del PNV podría ser fundamental si, como pretenden, Ciudadanos acabara votando sí, algo que está por ver. Con el voto a favor también de Coalición Canaria, sumaría un total de 175 escaños, al borde de la mayoría absoluta. Bastaría con alguna ausencia entre los socialistas para ser investido.
Con esa nueva pieza sobre la mesa, el calendario se desplaza de finales de agosto hasta últimos de septiembre o primeros de octubre. Atrás quedaría el objetivo de aprobar un nuevo presupuesto. Eso sólo llegaría con un debate de investidura a primeros de septiembre. Estas son las otras fechas que se manejan y las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas:
Semana del 22 de agosto: la fecha preferida por Moncloa. Con la investidura el día 26, en segunda votación, daría tiempo para aprobar techo de gasto y presupuestos. Además, la agenda del presidente está despejada. Por otro lado, en caso de fracaso, garantizaría que las terceras elecciones se celebraran en una fecha razonable, el domingo 18 de diciembre.
Semana del 29 de agosto: la votación definitiva se celebraría el 2 de septiembre. El presidente del Gobierno debería viajar a China el 3 de septiembre para participar en una cita crucial, la cumbre del G20 que se celebra los días 4 y 5. Los tiempos no darían para la jura del cargo del presidente y los ministros. Y faltar a una cita así no entraría en los planes de Moncloa.
Semana del 5 de septiembre: el debate debería comenzar el 6. Rajoy habría vuelto de madrugada de la cita en China. Las terceras elecciones, de celebrarse, serían el 1 de enero, Año Nuevo.
Semana del 12 de septiembre: la aprobación de unos nuevos presupuestos estaría descartada. Además, el 16 Rajoy debería participar en la cumbre europea en Bratislava. Se le presentaría el mismo problema que con la cumbre del G20: sería casi imposible combinarlo con la jura y nombramiento de los ministros.