Tras meses siendo uno de los principales actores en el panorama político español, Podemos ocupa ahora un papel secundario en la escena de las negociaciones para formar gobierno. En poco más de un mes, Pablo Iglesias ha pasado de acaparar titulares, convencido de que iba a dar el sorpasso al PSOE, a dirigir un partido que se ha convertido en una formación irrelevante en las conversaciones para sacar adelante un ejecutivo.
Después de que el Rey propusiera a Mariano Rajoy como candidato, PP, PSOE y Ciudadanos acaparan el interés informativo mientras que Podemos se aparta del foco y sólo consigue ocupar algunas portadas por sus escándalos como el de Pablo Echenique y su asistente, o el de Juan Carlos Monedero y la Universidad Complutense.
En Podemos saben que en estos momentos, a nivel político, ya no interesan tanto como en la pasada legislatura, cuando sí que tenían un papel en las negociaciones con el PSOE. Los morados han enterrado, por ahora, sus llamativas puestas en escena con media docena de miembros en cada una, y han pasado al tono pausado de un Iglesias que aparece sólo en las ruedas de prensa.
Ni Pablo Iglesias tiene ya esperanzas de que se pueda abrir la posibilidad de intentar formar un "gobierno progresista". Este jueves anunciaba que su quiniela era muy distinta: "Creo que Ciudadanos cambiará su abstención por un voto a favor y que eso será de alguna manera la excusa que necesitará el PSOE para facilitar un gobierno del PP", decía en el Congreso tras su visita al Rey Felipe VI.
No lo van a volver a intentar
Así las cosas, en Podemos no van a volver a intentar recuperar el protagonismo. Una de las razones de ello es que la última vez que trataron de hacerlo, fracasaron. El plan de convertir a Xavier Domènech en presidente del Congreso fue un auténtico fiasco.
Además, las gestiones que hicieron para lograr los apoyos de Convergència, ERC y PNV crisparon los ánimos de los dirigentes de las formaciones separatistas que se mostraron molestos por la forma en la que Podemos llevó a cabo las negociaciones a varias bandas. Relaciones que se empeoraron horas después, a cuenta del apoyo de CDC y PNV a PP y Ciudadanos en la Mesa del Congreso. En las redes sociales, dirigentes morados se tiraron los trastos a la cabeza con miembros de las formaciones nacionalistas. El propio Pablo Iglesias se enzarzaba en Twitter con Andoni Ortuzar buscando los nombres que estaban detrás de esos votos sospechosos.
Con el PSOE, las relaciones ya eran malas, especialmente las de sus líderes, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Pero la propuesta de Domènech, que tenía como fin presionar a los socialistas para que se posicionasen entre el PP y Podemos, empeoró, más si cabe, el entendimiento entre ambos.
Esperar
Desde Podemos aseguran que han entendido que no es su turno y lo que les queda ahora es esperar e intentar recomponer un partido para la etapa institucional que comienza. No creen que se vayan a producir unas terceras elecciones.
El plan de Podemos cuenta con que el PSOE se abstenga y si sale adelante, en unas semanas, Pablo Iglesias pretende recuperar su papel protagonista, rentabilizando la actuación del PSOE y autonombrándose principal partido de la oposición.