"Hay muchas empresas desaladoras y purificadoras en España que abusan de los productos químicos para que el agua huela mal y sepa mal; y entonces las amas de casa tengan que comprar agua embotellada". Es solo uno de los muchos argumentos con los que el escritor Alberto Vázquez-Figueroa, indignado, ha puesto de relieve ante el juez instructor en la Audiencia Nacional la falta de pudor de los investigados en el caso de corrupción Acuamed, bautizado en los medios de comunicación como la mafia del agua.
Autor de novelas como Tuareg, Manaos o Por mil millones de dólares (publicada de forma gratuita en internet), el también inventor tinerfeño acudía este miércoles a la Audiencia Nacional en calidad de testigo de la trama. Acuamed recibe el nombre de la empresa pública dependiente del Ministerio de Agricultura que gestiona el agua, especialmente en las comunidades que más sufren la escasez. Según fuentes de la investigación, la entidad aceptó comisiones millonarias de constructoras a cambio de adjudicaciones infladas entre 2007 y 2014 que habrían supuesto una pérdida de más de 50 millones de euros públicos.
El juez Eloy Velasco ha preguntado a Vázquez-Figueroa por una llamada telefónica que mantuvo con el presunto cabecilla de la trama: el expresidente de Acuamed, Arcadio Mateo. Según el novelista, se le citó en las oficinas de la constructora FCC para invitarle a participar en un concurso impulsado por el Gobierno de Israel con el objetivo de llevar el agua a diferentes países de Oriente Medio. "Me mencionó que tenía que hablar con Arias Cañete cuando el ministro viniera a Madrid porque podíamos hacer algo importante con respecto a todo el problema del agua", ha detallado el testigo. Aunque inmediatamente después de mencionar el nombre del político popular, ha añadido que jamás pensó que la negociación se desarrollaba con el lastre de la corrupción.
La mafia del agua
"Siempre creí que todo iba de buena fe. Ahora, en cuanto vi que se hablaba incluso de echarle cloro al río Ebro, eso me pareció indignante", ha manifestado el canario. En ese momento de la interlocución con la prensa, Vázquez-Figueroa ha narrado en base a su experiencia la esencia de lo que se conoce como mafia del agua: "Una botella de agua pequeña en cualquier restaurante o en cualquier aeropuerto les cuesta un euro. Quiere decir que un litro de ese agua vale tres euros, mientas un litro de gasolina vale un euro. ¿Cómo podemos admitir y qué país tenemos y quién está gobernando todo este tema del agua para permitir que aquí paguemos tres veces más por un litro de agua, que debía ser pública, que por un litro de gasolina que hay que traerlo desde el fin del mundo?"
Y ha puesto nombre y apellidos a una política socialista que, a su juicio, habría incurrido en un grave delito. Nada menos que la ministra de Medio Ambiente en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Cristina Narbona. "El día 14 de julio de 2006 se publicó en el BOE un edicto del Ministerio de Medio Ambiente, diciendo que las desaladoras que podrían dar el agua gratis a buena parte de España no se podían construir porque se electrocutarían las gaviotas. Los estudios de esas desaladoras los había hecho el Ministerio de la señora Cristina Narbona que firmó un documento en el BOE sabiendo que eso era falso porque no había ningún cable eléctrico. Yo no entiendo mucho de Justicia pero debe ser un delito grave, sobre todo si quien lo dice es una ministra", ha sostenido Vázquez-Figueroa.
Volviendo a lo concreto, el escritor ha revelado más datos de la oferta de Acuamed, que no perseguía más que cobrar de nuevo por un proyecto de desaladora que ya existía. "Pensé que entendían de desalación, no mucha gente entiende de agua. Sinceramente creía que ellos, FCC y otras empresas, actuaban de buena fe. Luego descubro que los han detenido y que contaminan los ríos y eso me indigna". Tal y como ha explicado, pretendían presentar al concurso del Gobierno de Israel como novedoso uno de sus informes, el famoso "copia y pega": "Una cosa o la presentas como está o, si la cambias, lo haces muy bien".
Vázquez Figueroa ha concluido su intervención con una reflexión personal: "Si alguien roba en el tema de hacer una carretera, es malo. Si alguien hace corrupción construyendo un aeropuerto en el que nadie aterriza nunca, es una canallada. Pero cuando se hace corrupción como ahora con el tema del agua, estás perjudicando a todos los que luego no pueden lavarse, beber, o no tienen agua para agricultura o ganadería".