Definitivamente, Albert Rivera ha olido sangre. El líder de Ciudadanos ha imprimido este miércoles, con mucha suavidad, un importante golpe de timón a su estrategia de campaña, que de momento indultaba a Pedro Sánchez de los ataques más duros, como quedó en evidencia en el debate a cuatro del lunes. Sin embargo -y en parte por el resultado de algunas encuestas, que muestran la satisfacción de los votantes socialistas que vieron el debate con su papel en el mismo- el candidato centrista ha lanzado sus últimos y más envenenados dardos de campaña contra su rival y hasta hace poco socio en el llamado Pacto del Abrazo.
Si por la mañana, durante un desayuno informativo en Madrid, pedía al PSOE decidir entre el "populismo" de los gobiernos municipales de Madrid y Barcelona a los que apoya e incluso de los que participa, horas después, durante un acto en Guadalajara, apelaba a los votantes socialistas: "Creo que a muchos votantes socialistas les preocupa que su voto paya a ir a parar a Podemos y que sean para ir al Gobierno de España para hacer de comparsas de Podemos, como hacen en Madrid, en Barcelona o en Valencia".
Además, Rivera le ha pedido a Sánchez, aunque en otro contexto, lo mismo que le pidió a Rajoy durante el debate, reflexión: "Espero que el PSOE reflexione y en vez de apuntalar los gobiernos del populismo y de Podemos o de los independentistas estén para llegar a grandes acuerdos de Estado con los partidos constitucionalistas. Me parece más sensato".
La formación naranja cree que se puede pescar en el caladero del votante moderado socialista, un espacio que creen haber recuperado en el debate a cuatro ante la mala actuación de Sánchez. Pese a esta nueva estrategia, en el cuartel general de Ciudadanos no ven tan claro que el PSOE pueda perder la segunda posición. "Los socialistas tienen un suelo fuerte y están a apunto de tocarlo" asegura alguien muy próximo a Rivera, que argumenta además que, precisamente, el miedo al sorpasso puede movilizar a mucho votante socialista veterano.