Era el día en que realmente echaba a andar la caravana socialista. Terminado el debate y sin huecos en la agenda del candidato para preparar el encuentro televisivo, Pedro Sánchez debía iniciar su recorrido por las Españas con el revulsivo de haber logrado pasar el examen y el objetivo de movilizar al electorado socialista con un ánimo renovado. Pero ese periplo no ha podido comenzar con peor pie.
Todo comenzaba una vez terminado el debate a cuatro en el Palacio de Congresos de Ifema cuando el equipo del candidato socialista recibía las primeras portadas de los diarios nacionales. Sánchez perdía el debate según muchos, "perdía su gran oportunidad" o no conseguía erigirse en la alternativa a Mariano Rajoy en una "realidad paralela", según la dirección socialista. Llegaba el momento de los cambios. A las 2:09 horas de la madrugada del martes convocaban un acto improvisado para transmitir la idea de que se veían ganadores: reparto de propaganda electoral en el corazón de Madrid, la calle Fuencarral.
Contacto directo con el electorado acompañado por un centenar de militantes a grito de "presidente, presidente". Primer incidente: el enfado con los periodistas que intentaban sin éxito una valoración del debate. "¿Satisfecho? ¿optimista?", reclamaban suavemente intentado arrancar la primera reunión de un candidato que, con rictus serio y pocas ganas, replicaba : "¿me dejáis repartir propaganda?".
El acto sustituía a otro, cancelado la noche antes, sobre Educación en Vallecas junto a su fiel Ángel Gabilondo, pero se mantenía otra reunión con los sindicatos CCOO y UGT en la sede del sindicato 'hermano' en Avenida de América "sin declaraciones, sólo para gráficos", prometía la dirección socialista. No podía ser de otra forma ya que los periodistas de la caravana socialista no podían cubrir la convocatoria. A la misma hora debían de pasar por sus casas a recoger el equipaje de una semana, que no habían podido coger por el acto improvisado en Fuencarral, y dirigirse al aeropuerto con destino a Oviedo.
El malestar de la prensa por la caótica convocatoria y la ausencia de declaraciones de Sánchez no era menor. Pero el accidentado vuelo con destino Oviedo relativizó el cabreo y recordó las prioridades de supervivencia de la prensa, entre quienes estaban los que rezaban y los que simplemente se mareaban. Pasadas las turbulencias y los golpes de calor, las risas nerviosas se encontraban con un pequeño consuelo: Pedro Sánchez recorría el pasillo del avión en dirección a los informadores.
Un breve contacto informal con el candidato que suavizaba el enfado previo. Duró poco. Tras un aterrizaje no menos convulso, los móviles se encendían y la noticia llegaba a la prensa. "Pedro Sánchez sí ha hecho declaraciones en el acto con los sindicatos", informaban desde las respectivas redacciones. El cabreo era mayúsculo entre quienes se recuperaban de los mareos y continuaban en la risa nerviosa. Comentario generalizado en el autobús rumbo al polideportivo Corredoria Arena de Oviedo.
Nada más llegar, la guinda: un grupo de manifestantes de fuerzas de seguridad manifestándose en la puerta del auditorio. Pitos, bocinas, grito... ¡y un crucificado! "Lo que nos faltaba", comentaban los medios. "Desde luego lo de hoy, un poco de Vía Crucis sí ha tenido".