Entre las autocríticas que Ciudadanos hizo de su campaña de diciembre -donde, pese a todo, obtuvo un resultado histórico, si bien es cierto que los cuarenta diputados se quedaron por debajo de las expectativas demoscópicas- estuvo la participación de Albert Rivera en los debates, sobre todo en el que le enfrentó a Soraya Sáenz de Santamaría, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Medio año después, y con la importante diferencia de que quien acude ahora en representación del PP sí es su candidato, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, el líder centrista ha preparado mucho más a conciencia y con mucha antelación el duelo a cuatro. Tanto que ha sido el único de los contendientes que se ha permitido este domingo hacer campaña en lugar de recluirse con su equipo. Para las últimas veinticuatro horas quedan el repaso de algunos aspectos y decisiones que puede que no sean baladíes, como si llevará o no corbata. La duda indumentaria la resolverá en su domicilio la tarde del mismo lunes, donde almorzará viendo el debut de España en la Eurocopa, después de haber dedicado la mañana a hacer deporte, una disciplina que no abandona estos días. Este mismo domingo salía a primera hora con algunos de sus colaboradores a correr por las calles de Valencia, antes del acto de campaña en la capital del Turia.
Rivera tiene claro que hay un plano ineludible del debate, el que enfrentará al aún inquilino de La Moncloa, Rajoy, con los tres aspirantes. Será el momento, para él, de decirle a la cara cosas como que "quien no limpia su casa difícilmente puede regenerar España" o de recordarle que "un presidente no puede vivir bajo el chantaje de corruptos como Luis Bárcenas o Rita Barberá" dos de las sentencias que el líder centrista ha repetido en innumerables ocasiones durante estos seis meses. Pero en el plano menos coyuntural, y por lo tanto más ideológico, Rivera confrontará como seguramente nunca antes -ni siquiera en el programa Salvados de La Sexta emitido el domingo pasado- con Pablo Iglesias, al que veinticuatro horas antes ha pedido que "condene la violencia de los suyos" en referencia al ataque contra un puesto de Ciudadanos llevado a cabo por simpatizantes de Podemos el sábado, en el madrileño barrio de Vallecas.
Los "disparates" de Carmena y Colau
Rivera enfatizará, como está haciendo en campaña, los "disparates" de los gobiernos municipales de Ada Colau y Manuela Carmena en Barcelona y Madrid, pues a su juicio es la mejor manera de evidenciar el peligro que supondría la llegada de Podemos al poder. En esa estrategia ha sido fundamental el papel de Begoña Villacís, la portavoz naranja en el Ayuntamiento de la capital de España, que ha asesorado al presidente de Ciudadanos sobre el año de gestión de Ahora Madrid, algunos de cuyos aspectos ya destacó Rivera en el arranque de campaña.
Fuentes muy próximas a Rivera aseguran que ve a Rajoy con mucha experiencia en este tipo de debates, a Iglesias con el peso de llegar con las expectativas muy altas y a Sánchez con mucho peligro de quedarse arrinconado. Como en toda la campaña, el perfil del líder naranja será más bajo con el del secretario general del PSOE, con quien hace sólo cuatro meses firmaba un acuerdo de Gobierno finalmente frustrado. Lo que no es óbice para que Rivera ataque durante el transcurso del debate las políticas llevadas a cabo por los socialistas en el pasado, particularmente durante los mandatos de José Luis Rodríguez Zapatero. A Sánchez podría pedirle que aclare si su opción es la que supuso el pacto con Ciudadanos o la del PSC entrando en el equipo de la alcaldesa de Barcelona.
Rivera tendrá fichas preparadas por temas, algo poco habitual en él, y vigilará más que nunca sus tics, que en el debate a cuatro de diciembre le jugaron malas pasadas. Su tono será más agresivo que entonces, aunque sin olvidar los aspectos propositivos que ya están asomando en su campaña. El viernes en Albacete, sin ir más lejos, pedía seguir la senda de países como Israel con su inversión en investigación y desarrollo y su apuesta en transferencia tecnológica para hacer de España una potencia en una década.