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Estrategia defensiva de Pedro Sánchez para parar el gol de Pablo Iglesias

El debate se ha instalado en un PSOE que reclama pasar al ataque con Iglesias ante el sorpasso. La dirección hace oídos sordos: propuestas y datos.

Sánchez, en un acto esta campaña | EFE

¿Estrategia defensiva u ofensiva? Es el debate que se ha instalado en un PSOE sumido en la perplejidad, el cabreo y la impotencia ante la ventaja de Podemos en las encuestas. La dirección se resiste a reconocer la realidad, y de espaldas a ella, quiere ningunear a Pablo Iglesias y hablar de sus promesas electorales y de la "solvencia del proyecto socialista". Pero no hay mitin en esta campaña en que la militancia no se encienda al mentar la bicha y quien se atreve a arremeter contra Iglesias sale por la puerta grande, a diferencia de la tibieza que destila el propio Pedro Sánchez.

El candidato socialista, cuya esperanza está puesta en los escaños porque "quien gana la liga no es quien gana más partidos sino quien acumula más puntos", sigue manteniendo una actitud prudente, respetuosa y casi cómplice con el líder de la formación morada que mentó la cal viva en la investidura de Sánchez. Pero no habrá cambios en el debate.

Sánchez saldrá a salvar los muebles, a evitar la confrontación y a hablar de sus propuestas sociales, de ese proyecto socialista que ni sus militantes quieren escuchar en los mítines porque están esperando que "muerda a Iglesias", como reclamaron dirigentes socialistas este fin de semana en privado. "No habrá insultos, ni descalificaciones ni salidas de tono", prometen desde Ferraz los autores de la estrategia.

Mientras unos piden ir "a la yugular" de Iglesias para quitarle "el disfraz de socialdemócrata", la dirección se aferra a un debate propositivo en el que "el rival es la abstención", aunque cada paso que den lo hagan pensando en el culpable de que el histórico PSOE quede relegado a tercera fuerza en todos los sondeos publicados. Tampoco el mazazo del CIS ha hecho mella en esta línea. Frente a los que aparentan centralidad y moderación, el líder socialista se afanará este lunes en serlo y en ponerle letra a la música enumerando la cascada de propuestas sociales de su programa electoral: recargo de solidaridad para pensiones, regular la jornada laboral, plan de empleo, mejorar la financiación de sanidad y educación, prohibir los copagos...

Pero en privado se vislumbra que cada paso que dan lo hacen pensando en quien les ocupa y les preocupa: "Pablo ha recibido todas las recomendaciones para aparentar centralidad y moderación", dice la dirección. "Pero ¿habrá que hacer algo para que salga el verdadero Pablo?", se preguntan otros dirigentes.

No. Sánchez va a hablar de su libro. Lleva una semana con su equipo de campaña y sus mas cercanos del comité de expertos... gráficos, tablas, datos... se han intercambiado todo tipo de papeles y documentos y, desde el domingo, trabaja sólo en su casa y con un objetivo: datos y propuestas antes que ataques. Cree que ésa es la solución para movilizar al electorado socialista y conseguir que no se quede en casa.

Y mientras los suyos piden desde el banquillo pasar al ataque, Pedro Sánchez quiere esquivar el balón desde la portería a la que dispara desde hace meses Pablo Iglesias. El verdadero objetivo es parar el gol.

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