El Mundo abre con el programa económico de Podemos. "Podemos propone un alza masiva de los impuestos". ¿Y ese es el gran cambio? Pero si eso ya lo hizo el PP. Carlos Segovia se pone graciosillo a cuenta del catálogo de IKEA con el que presentan sus ideas. "Tiran la casa por la ventana". Muy ingenioso. Sobre el nuevo follón catalán dice El Mundo que "Puigdemont gana tiempo para salvar su Gobierno de la debacle. La rebelión de la CUP obliga al president a someterse en tres meses a una moción de confianza y deja el proceso independentista en vía muerta". Ya he perdido la cuenta de las veces que el dichoso proceso ha entrado en vía muerta, con choque de trenes incluido, y ahí le tienes, vivito y coleando. Dice el editorial que la culpa es de Convergencia, porque "la actitud pueril de la CUP no puede sorprender a nadie (…) La CUP no esconde sus ideas antisistema", qué puñetas esperaban. "El brusco giro dado por CDC a su identidad política es lo que ahora le sitúa en manos del independentismo extremo (…) Convergencia es responsable de atizar el ansia secesionista en Cataluña", así que con su pan se lo coman. Victoria Prego dice que se deje Puigdemont de machadas, que "su rimbombante órdago de la cuestión de confianza no le va a servir para nada porque la CUP le va a votar a favor y tendrá que continuar en el gobierno. Eso sí, llevado del ronzal por esos 10 diputados que impondrán siempre sus exigencias porque se saben dueños de las llaves de la mazmorra". Tú ahí quietecito y sin moverte, mozo.
El País dice que "Puigdemont se someterá a la confianza del Parlament tras el veto de la CUP". Incomprensiblemente, el editorial da palmas con las orejas. "Se abre una nueva y sugestiva fase de la política catalana", dice. ¿Sugestiva? Me parto y me troncho. Y se deshace en elogios a Puigdemont. Que si "ha demostrado más reflejos" que Mas, que si "ha tenido una reacción sensata, proporcionada y sin tacha democrática pese a ser un líder de inequívoca identidad separatista", que si "reconoce que carece de mayoría". Ya sólo faltaría que "enriqueciese el dilema y lo elevase a triple opción, añadiéndole la fórmula de una nueva estrategia de inequívoca profundización del autogobierno sin romper el marco común. Si es capaz de eso logrará el respeto -catalán y español- que la altanera torpeza propia regateó a su infortunado predecesor". ¿Pero no decís que es un separatista de tomo y lomo? ¿A qué viene tanta carantoña? Y por cierto, ¿quién demonios redacta los editoriales?
ABC también está muy confiado. "El independentismo avanza hacia su autodestrucción". Dice el editorial que se veía venir, que a quién se le ocurre, "nunca debió aliarse con ERC, pero menos aún someterse a la CUP". Y coincide en que la culpa la tiene CDC. "La culpa de que Cataluña no apruebe sus presupuestos no es de la CUP, sino de unos dirigentes cuya irresponsabilidad en busca de una quimera independentista les hizo arrodillarse ante un chantaje". Pero además, "Cataluña parece un territorio sin ley en el que la vulneración de derechos y libertades es sistemática". Isabel San Sebastián insiste en este punto y dice que "en la Barcelona de Ada Colau y Puigdemont, donde la ley dejó de imperar hace tiempo, la razón de la fuerza se impone por goleada a la fuerza de la razón y las hordas cuperas recorren la ciudad sembrando el pánico, conscientes del poder que les otorga la falta de coraje democrático que muestran las autoridades, cómplices del vandalismo". Ándate con ojo, Isabel, eso mismo dijo el otro día Pablo Planas en Libertad Digital y mira la que le cayó encima.
La Razón acogió ayer a Lilian Tintori, portadora de un mensaje. "Lilian Tintori aseguró que su marido le pidió: 'Ve a La Razón y di que en Venezuela hace falta diálogo". No se veía algo así desde que Jesucristo les dijo a sus discípulos: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura". "El procés descarrila: Puigdemont gana tiempo para evitar unas elecciones", titula el girigay catalán. También en este editorial le caen chuzos de punta a Convergencia. "Lo realmente inmoral del proceso es que un gobierno con base de centro derecha se alíe con partidos de extrema izquierda". Y David del Cura da en el clavo a un problema que me daba vueltas a la cabeza desde hace días. ¿A qué me suena ese continuo travestismo de Pablo Iglesias? "Recuerda al Mortadelo de Ibáñez". Pues claro, eso era. Gracias David.
La Vanguardia dice que "Puigdemont gana tres meses con una cuestión de confianza". Pues no le arriendo la ganancia. El director Marius Carol dice que caramba con los niñatos de la CUP, "se intuía que el pacto no iría sobre ruedas, pero era impensable que descarrilara a cada curva". El editorial echa las muelas. "Los diputados de la CUP salieron sonrientes", la que hemos liado, jeje. Pero también les cae la del pulpo a su criatura, Junts Pel Sí. "La CUP tiene todo el derecho a ser una formación anticapitalista y revolucionaria que persigue acabar con un sistema político que ahora goza de apoyo mayoritario. Los que quizás no tienen derecho a ponerse en sus manos, con mayor o menor entusiasmo, son partidos como CDC o ERC". "El precio" del apoyo de la CUP "ha sido demasiado elevado para contentar a una fuerza que cuenta con escasa representación parlamentaria pero que los hace bailar al son de su música". Ya, pero como dice Victoria Prego, tienen la llave de la mazmorra. Así que, hala, a tragar.