Francisco Javier de Frías compaginaba su labor en la Guardia Civil con servicios a Antonio Pardal, un empresario de la construcción sevillano presuntamente favorecido por la trama Púnica. Un enfado con su jefe, según detalló, porque le despidió sin indemnización después de quitarle a su anterior pareja, le animó a confesar a sus colegas del instituto armado toda una trama de cohechos con Francisco Granados, tal y como recogen varios informes del sumario de la Operación al que ha tenido acceso Libertad Digital.
El exempleado acudió en septiembre de 2015 al cuartel de Sevilla para acercar una versión que no ha dejado indiferente a nadie:
"He ido a casa de Francisco Granados de parte de Antonio Pardal a llevarle regalos para su mujer: joyas, ropa de alta costura, cestas de Navidad…iba tanto a su piso, como al chalé y al despacho del Ayuntamiento", arranca el exempleado en la comparecencia. De Frías añade que el constructor hizo otros regalos, también al sucesor del presunto líder de la Púnica en el Ayuntamiento de Valdemoro, José Miguel Moreno Torres.
"Le han pagado habitaciones en el hotel Alfonso XIII durante la Feria de Sevilla, coches de caballos, entradas de toros…". Las cabezas de dos miuras lidiados en la feria de Sevilla de 2005 por el Fandi y por Juan José Padilla decoran una de las viviendas de Granados, supuestamente como regalo del constructor durante aquella época.
"También se han pagado a Granados y Moreno Torres servicios en clubes de alterne, como el que está frente al campo del Betis, en la avenida de las Palmeras, yo mismo les llevaba allí", precisó De Frías. "Yo he llegado a recoger a dos señoritas llegadas de Barcelona, que se alojaron en el Alfonso XIII. Antonio Pardal me dijo que eran las putitas de confianza de José Miguel Moreno".
En esa misma intervención, el exempleado defiende que quien fuera su jefe, Antonio Pardal, le explicó que las dádivas funcionaban como contraprestación por ayudas en adjudicaciones públicas. "Me decía que Granados era el único político que nos ha dado de comer y que había que repartir". Entre los regalos figuran un caballo blanco del que se habría encaprichado la esposa de Granados, Nieves Alarcón.