Los socialistas están nerviosos. No tanto por el miedo al sorpasso como por la estrategia del PP que podría hacerlo realidad el 26J. "Son los principales promotores del sorpasso", denuncian fuentes de la dirección socialista que advierten de que "es un precedente muy peligroso" ningunear a la segunda fuerza política de este país.
Una estrategia que vienen vislumbrando hace ya más de un año pero que ahora se esgrime sin tapujos en público y que se plasma en la negociación de los debates electorales, como hizo este miércoles el vicesecretario popular, Pablo Casado, al decir que si hubiera un debate cara a cara "habría que decidir con quién porque no está claro quién sería la segunda fuerza".
En este sentido, la dirección federal percibe una intensificación de esta maniobra popular y siguen insistiendo en la necesidad de celebrar un cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez que, en su propia estrategia, les beneficia al proyectar en el PSOE toda la alternativa de cambio al PP. De ahí la intensidad en la reclamación a un PP que se niega a sabiendas de la ventaja que le reporta al PSOE.
Por contra, el debate a cuatro bandas, junto a los líderes de Podemos y Ciudadanos, Pablo Iglesias y Albert Rivera, conlleva "más riesgos" al enfrentarse a su principal amenaza en el flanco izquierdo, pero también permite "diluir más errores" al no estar focalizado en dos polos antagónicos sino en cuatro.
En cualquiera de los casos, el PSOE insiste en que "partimos en mejores condiciones que hace cuatro meses para debatir" porque "Pablo Iglesias ya no nos puede acusar con la gran coalición cuando es él el que ha hecho pinza con el PP en contra del cambio".
Por qué niegan el sorpasso
Las citadas fuentes socialistas insisten en que esta amenaza de adelantamiento de la coalición Unidos Podemos no es más que "un espejismo" promovido por el PP y los medios de comunicación, y confían en su propia cocina demoscópica. Desde hace meses los socialistas analizan en el quirófano demoscópico de Ferraz varios datos en bruto de diversas encuestas.
Analizando la matriz de sondeos publicados como los de Metroscopia o los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los socialistas alertan de que "hay un 30% del votante de Podemos que no va a votarles el 26 de junio". Tomando el voto directo como referencia, señalan que la diferencia entre PSOE y Podemos era de un punto entre enero y abril y ahora la diferencia se ha ampliado a seis. Sobre la diferencia con el PP, en los primeros meses del año "el PP le sacaba cuatro puntos al PSOE y ahora sólo dos".
Interpretaciones que, junto a los estudios cualitativos propios que sí realizan desde hace meses en Ferraz motivan el salto cualitativo en la interpretación de que "el flujo en la transferencia de voto se ha invertido". Ése 30% de votante progresista que se había decidido por Podemos con el objetivo de lograr un Gobierno de cambio con el PSOE, dicen los socialistas, "está volviendo al PSOE" porque "Podemos está perdiendo uno de cada tres votantes".
Una conclusión inexistente en ninguna de las encuestas publicadas y con la que explican la coalición Unidos Podemos: "han hecho esa alianza para tapar esa sangría". Como el pasado 20 de diciembre, y en contra de todos los sondeos realizados, en Ferraz se consuelan con el tópico de que "las urnas siempre nos dan mejores resultados que las encuestas".