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Arde Barcelona: Colau pierde el control e investigan a Trias por financiar a los 'okupas'

El distrito barcelonés se convierte en un parque temático del terrorismo callejero mientras la alcaldesa le pasa el marrón a los vecinos.

Contenedor incendiado en el barrio de Gracia | EFE

El desalojo del Banc Expropiat, unos bajos comerciales del centro del distrito barcelonés de Gracia, amenaza con convertirse en el principio del fin de Ada Colau.

El local, en plena Travesera de Gracia, estaba ocupado por grupos antisistema, que lo habían convertido en un símbolo del movimiento okupa. El inmueble había sido la sede de Caixa Tarragona primero y una oficina de Catalunya Caixa tras la absorción del primer banco por el segundo. La crisis llevó a la entidad bancaria en 2011 a cerrar la oficina, que fue inmediatamente tomada al asalto por colectivos radicales. El anterior alcalde, el convergente Xavier Trias, decidió evitarse un problema y pagar religiosamente el alquiler al propietario, el dueño de una agencia inmobiliaria. 5.500 euros al mes para evitar un nuevo Can Vies y ganarse, en balde, el afecto del movimiento okupa.

Cuando venció el contrato, el pasado enero, la nueva alcaldesa, Colau, dejó de pagar. Cuatro meses después, la orden judicial de desalojo ha provocado graves disturbios en el barrio, daños en bienes privados por cientos de miles de euros, decenas de agentes de los Mossos heridos, una acentuada sensación de impunidad y el reflejo de una ciudad sin orden, a merced de los violentos.

Vecinos atemorizados

Los vecinos de Gracia, uno de los distritos en los que más voto registró el partido de la alcaldesa, están atemorizados con la extrema violencia de los radicales e indignados con la pasividad de la alcaldesa, que pide "proporcionalidad" a los policías y que las agrupaciones vecinales medien con los violentos. Alega que los okupas del Banc Expropiat no quieren hablar con las administraciones y que ella no puede hacer nada al tratarse de un local privado y no municipal. Es la diferencia que apunta respecto a Can Vies, otro inmueble okupado de cuyo intento de desalojo se cumplen ahora dos años. Aquello fue la tumba política del alcalde convergente Xavier Trias, quien para evitarse otro foco de violencia pactó con el propietario de los bajos de Gracia el pago de un alquiler mensual de 5.500 euros.

El trascendido de este hecho, publicado en Libertad Digital en julio del año pasado tras la denuncia del grupo municipal del PP, que preside Alberto Fernández, junto al contexto actual de violencia descontrolada, han llevado a la fiscalía de Barcelona a investigar al anterior alcalde, Xavier Trias, por malversación de caudales públicos.

Las noches de violencia en Gracia han dado pie a una nota del consulado de los Estados Unidos en Barcelona en la que conmina a sus nacionales a esquivar el barrio, dados los continuos episodios de kale borroka.

Las escenas de Gracia, son, en opinión de los vecinos, propias de una guerra. Los contenedores en llamas chamuscan las fachadas de una zona de calles angostas, pasajes y callejones sin salida. Los principales dirigentes de la CUP, e incluso militantes y asesores del partido de Colau, operan como comisarios políticos y vigilan el despliegue de los mossos. Al igual que sus colegas bildutarras del País Vasco, se niegan a condenar la violencia. Barcelona es la pista americana de los antisistema. Les pagan el alquiler, se les justifica y se les defiende. Colau no habla con los okupas, pero su concejal Jaume Asens, teniente de alcalde de Derechos Ciudadanos y Transparencia, era el letrado de referencia de los detenidos por violencia urbana, ocupaciones ilegales y venta de productos falsificados. Una auténtica pesadilla para jueces, fiscales y fuerzas del orden.

La situación en Gracia tiene una derivada parlamentaria. El Gobierno de la Generalidad negocia con la CUP los presupuestos autonómicos y los diputados antisistema ya han puesto sobre la mesa la actuación policial en Gracia para discutir los números de la administración regional.

Sábado de alto riesgo

Los graves disturbios en el barrio barcelonés se suman al panorama del proceso separatista y pueden contribuir a acortar la legislatura del presidente Puigdemont y el presidente en la sombra Junqueras.

En las redes sociales los okupas anuncian más manifestaciones y un final de fiesta en forma de concentración para la noche del próximo sábado. Los vecinos de Gracia tiemblan ante la amenaza de los radicales de convertirse en la "peor pesadilla" de Ada Colau, su musa de antaño.

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