El juez Castro revela que el abogado de la infanta le pidió una reunión secreta
El instructor del caso Nóos ha presentado un escrito ante el juez de la Audiencia Nacional que investiga los presuntos chantajes de Manos Limpias.
El debate sobre la imputación de la infanta siempre tuvo mucho de circo mediático. Por la defensa exacerbada de los partidarios del no: el fiscal encargado, Pedro Horrach, y la Abogacía del Estado; y por la dura insistencia del bando del sí, encabezado por Manos Limpias con el beneplácito del juez de instrucción del caso Nóos, José Castro. Sin embargo, a estas alturas a nadie le es desconocido que detrás de ese circo se desarrollaron otro tipo de conductas menos transparentes y probablemente nada legítimas.
El propio juez Castro, que ya concluyó la instrucción de más de cinco años que está siendo probada en el juicio de Palma, ha enmarañado aún más esta hipótesis. El titular del Juzgado de Instrucción nº3 de Palma ha presentado un escrito suscrito ante notario al magistrado que investiga la presunta extorsión de Manos Limpias y Ausbanc. Castro asegura que uno de los abogados de doña Cristina, Miquel Roca, le pidió una reunión "clandestina", en los días previos a que acordara la imputación, que finalmente se materializó el 8 de febrero de 2014.
El juez Santiago Pedraz ha incorporado ese documento a la causa que envió a prisión a los líderes de la presunta organización criminal que se dedicaba a pedir dinero a cambio de ocultar información y retirar imputaciones. El instructor de la Audiencia Nacional manejaba sospechas de que Manos Limpias reclamó tres millones de euros a Miquel Roca como pago por sacar del banquillo a la infanta. Sin embargo, el líder del sindicato declaró en sede judicial que fue el abogado de Cristina de Borbón quien realizó el ofrecimiento.
El escrito del juez Castro
José Castro identifica a Miquel Roca como la persona de la que partió la idea de mantener con él una reunión secreta para tratar la imputación de la infanta. Pero el juez precisa que fue otro de los letrados de la exduquesa de Palma, Jaime Riutord, quien acudió a su despacho para trasladarle las pretensiones del considerado uno de los siete padres de la Constitución Española. Según fuentes jurídicas, Santiago Pedraz no descarta citar a Riutord para que aclare los detalles de este episodio.
El instructor del caso Nóos, que estuvo en la órbita para concurrir a las pasadas elecciones generales en las listas de Podemos, reconoce que las reuniones extrajudiciales con las partes de un procedimiento son relativamente normales. Lo que le llamó la atención no fue la pretensión en sí sino el hecho de que mi interlocutor enfatizara las condiciones en que esa reunión debía celebrarse". A continuación, enumera esos requisitos: "sería una finca, que mi interlocutor no sabía si estaría ubicada en Barcelona o en Mallorca, que se trataría de rústica, garantizándome insistentemente que estaría al abrigo de periodistas, asegurándome en definitiva la más completa intimidad".
El escrito que ha entregado José Castro a Santiago Pedraz consta de seis páginas y hace hincapié en dos extremos: en que el instructor cordobés no preguntó "cuál sería el orden del día de tal reunión porque era obvio que el señor Roca y yo no teníamos más tema en común que el de doña Cristina de Borbón"; y en que rehusó la propuesta de encuentro. Según recuerda, su respuesta fue que ""sería la primera vez que yo me negara a recibir a un letrado que interviene en una causa, pero que la reunión debería tener lugar necesariamente en mi despacho". Pasaron los días y nunca más hubo respuesta.
Sospecha sobre Roca
Castro empieza diciendo en el escrito que "de cara al exterior, no puedo ni debo adivinar qué proposiciones se me hubieran podido ofrecer de haber concurrido a esa pretendida reunión altamente secreta". Pero inmediatamente después describe que "lo indudablemente cierto es que las cuestiones que en esa clandestina reunión se hubieran podido tratar conmigo al parecer debieron resultar totalmente incompatibles con hacerlas en un ámbito normalizado como el de mi despacho oficial".
Castro vierte también una sutil sospecha sobre Pedro Horrach. Explica en su escrito que días más tarde, con ocasión de que el fiscal anticorrupción acudiera a su despacho, le relató el incidente y le preguntó si estaba al tanto "de la susodicha invitación" y, "al contestarme con un escueto 'no', di la cuestión por terminada".
José Castro explica el porqué de sacar ahora esta petición: el asunto quedó "archivado en mi recuerdo, del que nunca preveía que pudiera aflorar hasta que, con ocasión de que conocer a través de los medios que Manos Limpias había al parecer intentado sin éxito extorsionar al equipo de letrados que asistía a Doña Cristina de Borbón para, a cambio de dinero, retirar la acusación contra ella, no pude evitar que, al tiempo que ese supuesto proceder me genera una gran vergüenza, me asaltara también la duda de si no se le habría hecho a la acusación popular ejercida por Manos Limpias un ofrecimiento similar al mío".
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