¿Cómo nació y funcionó la red de corrupción Púnica en Valdemoro y el resto de municipios?
Francisco Granados llegó a embolsarse 6.000 euros por cada vivienda vendida y el 20% de recalificaciones millonarias.
A estas alturas es evidente que no existía una amistad real entre David Marjaliza y Francisco Granados, los principales artífices de la trama Púnica. Son simplemente un empresario y un hombre fuerte del PP, primero en Valdemoro y después en toda la Comunidad de Madrid, que aunaron fuerzas para sangrar a las arcas públicas. Pero la lealtad se restringía al intercambio de influencias o, sin eufemismos, de billetes.
Se encarga de constatarlo Marjaliza en las más de 13 horas de confesión ante el juez de instrucción Eloy Velasco: "desmiento que sea amigo de la infancia de Paco. Cuando estaba en Alianza Popular tuvimos un enfrentamiento y yo dejé la política. Cuando él llega a la alcaldía de Valdemoro solucionamos nuestras diferencias", por la cuenta que les traía. El presunto conseguidor de Púnica vendió su verdad a cambio de la libertad condicional, que también tuvo un precio, 100.000 euros, una cifra raquítica en comparación con el dinero escamoteado.
Con una comida empezó todo. Un encuentro que organizó Granados cuando en 1999 aterrizó en la alcaldía de Valdemoro, años antes de convertirse en el secretario general del Partido Popular en la Comunidad de Madrid. Detectó una posibilidad de llenar sus bolsillos con dinero negro y convocó a dos de los principales promotores urbanísticos del municipio: David Marjaliza y Ramiro Cid Sicluna llegaron a la conclusión de que lo mejor era trabajar juntos. La consecuencia: una de las redes de corrupción autonómicas más generalizadas.
Granados y Marjaliza, también Cid aunque su participación en la trama fue menor, se hicieron millonarios por dos cauces. Por un lado, mediante la concesión de contratos públicos a empresas que se entregaban a la corrupción: como conseguidor, Marjaliza localizaba a las firmas dispuestas a pagar comisiones a cambio de adjudicaciones, véanse Cofely u otras muy activas en la trama Púnica. La segunda vía consistía en la compra de terrenos rústicos a bajo precio y la posterior recalificación o reparcelación de los suelos valiéndose de la influencia de Granados para explotarlos a través de la venta de parcelas.
El negocio del suelo
"Como todo lo de los suelos depende de la potestad municipal", Marjaliza y Granados incrementaron su relación, según explica el primero en las grabaciones. “Había un promotor mucho más importante que yo en Valdemoro, Ramiro Cid Sicluna. Paco (Granados) nos junta un día a comer y nos dice que intentemos juntarnos y creemos una sociedad en Valdemoro. La creamos Ramiro, yo y la mujer del jefe de Gabinete de Granados, Ignacio Palacios", al que a lo largo de la conversación implica como elemento principal en el engranaje corrupto en su condición de mano derecha del político, también durante su etapa como consejero.
Marjaliza no recuerda el nombre de la sociedad porque tiene "un entramado societario bastante grande" y algunas las ha vendido ya. Granados posee su porcentaje en esa compañía, sobre el 20%, a través de la esposa de su jefe de Gabinete. Cada vez que adquiría un terreno rústico previamente pactado, el alcalde de Valdemoro pasaba el lápiz de la reparcelación por ese suelo y multiplicaba exponencialmente su valor. Aquella compañía se enriqueció con millones de euros durante casi una década, un botín a repartir cuando en el futuro quedara disuelta, "como un plan de pensiones" según el confesante.
"Granados y su gente decidían a donde se movía el lápiz para la recalificación. La única forma de que recalificaran un suelo era si lo comprábamos nosotros. Decíamos a los propietarios que si nos vendían el suelo, el lápiz entraba por ahí, y si no, no entra", explica Marjaliza.
¿Cuál era el margen que ganaban los alcaldes?, pregunta en un momento el juez Eloy Velasco. Marjaliza explica que existían dos medios de financiación: uno era la empresa que habían constituido, en la que a Granados le correspondían en torno a un "10, 15 o 20%" de las ganancias; y el otro la venta de inmuebles: "En las viviendas, por ejemplo, estamos hablando de entre 3.000 y 6.000 euros por cada una. Cuando dejó Granados de ser alcalde algo sacaría" con su sucesor, José Miguel Moreno.
"Si se adjudicaba un suelo, tú se lo pagabas", sostiene Marjaliza. A continuación, un fragmento de preguntas y respuestas entre el magistrado y el imputado: “¿Cómo se pagaba? En dinero. ¿En mano? Sí. ¿Contante y sonante? Claro. ¿Se lo dio al señor Granados? Claro. ¿En bolsas, cómo se lo pagaban explíqueme? No, no, pues en dinero. Pactabas un dinero, 50.000 euros, 100.000 euros, quedabas o yo casi siempre se lo daba a Ignacio”.
Adjudicaciones a corrompidos
Solo los que se sometieron a las condiciones corruptas de Granados obtuvieron contratos públicos en Valdemoro durante la primera década del siglo. El alcalde popular dirigía sus presiones para que las adjudicaciones cayeran en empresas dispuestas a pagarle su mordida, un proceso que ha desgranado Marjaliza: "Los pliegos (de condiciones para optar a un concurso público) son tan amplios que es fácil que una decisión política los determine. Si los 60 puntos son subjetivos es fácil de dar a una empresa u otra". Para que el juez comprenda esta pauta, pone el ejemplo de Cofely, una de las sociedades adjudicatarias más activas de la trama: “dejábamos en cada Ayuntamiento un pliego tipo, luego los técnicos incluían sus modificaciones”.
Marjaliza ha aclarado que en la mesa de contratación no hay ningún movimiento porque ya llegan todos los informes hechos. El político presiona en la fase anterior.
Este modus operandi continuó con el alcalde José Miguel Moreno, amigo íntimo de Granados y el empresario. La corrupción se hizo crónica hasta 2010/2011, según Marjaliza, el momento en el que el también investigado José Carlos Boza Lechuga entró a liderar el Ayuntamiento de Valdemoro: "él nunca me pidió dinero en adjudicaciones
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