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Rivera aspira a ser vicepresidente de Sánchez con el sí de Pablo Iglesias

Rivera pretende que Iglesias pase a la oposición después de introducir algunas mejora al pacto con el PSOE únicamente en materia de regeneración.

Rivera pretende que Iglesias pase a la oposición después de introducir algunas mejora al pacto con el PSOE únicamente en materia de regeneración.
Albert Rivera, este lunes en el Congreso. | EFE

Para Albert Rivera, sólo hay un Gobierno posible, el que se basa en su acuerdo con Pedro Sánchez que contempla doscientas medidas y que fracasó en el debate de investidura hace un mes. Por eso, y tal y como ha adelantado El Mundo y ha podido corroborar Libertad Digital, el equipo negociador de Ciudadanos llegará a la reunión a tres con PSOE y Podemos, que se va a celebrar a final de esta semana, con todo un órdago que el propio Pablo Iglesias podrá esuchar in situ: los centristas le pedirán al líder de la formación morada su sí para el acuerdo de Gobierno, en el que sólo le dejarían meter cuchara en algunas cuestiones de regeneración, como la Ley Electoral. La parte económica, social y territorial del acuerdo, que incluye una renuncia expresa a cualquier referéndum de independencia, debería quedar sin mácula alguna. Un sí que sería para un Ejecutivo con Albert Rivera de vicepresidente (aunque fuentes del partido centrista insisten en que esa sería "la siguiente pantalla") y con Iglesias ejerciendo la oposición.

Un importante dirigente de Ciudadanos, del núcleo duro que rodea a Albert Rivera, lo deja meridianamente claro: "Hemos comprendido que una investidura sin un Gobierno estable es completamente inútil. Lo que pedimos es que se comprometan no sólo a investir a Sánchez [en estos momentos, y hasta que lo proponga el Rey, no hay candidato a la investidura] sino a apoyar un Gobierno PSOE-Ciudadanos para aplicar el acuerdo de las doscientas reformas". Añadía que la misma petición se trasladará al PP, aunque con el primer partido del Congreso de los Diputados no hay aún fecha para una reunión.

Un giro rápido y de gran magnitud

El giro de 180 grados de los de Rivera, que han pasado de negar que fuesen a sumar "con un sí o una abstención" con Podemos a pedir a las claras lo primero, se ha precipitado en los últimos días, marcados por el encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de la semana pasada, furibundamente atacado ese mismo día por José Manuel Villegas. El número dos de Ciudadanos, persona que lleva a gala su moderación y parquedad de palabras, se explayó a fondo con Iglesias, ridiculizando su paseo con el líder socialista y el regalo que le hizo de un libro de baloncesto con dedicatoria incluida. Villegas dejó muy claro, además, que Rivera no se sentaría en la misma mesa que Iglesias, por mucho que éste se hubiera proclamado jefe del equipo negociador de su partido.

En medio de todo, Rivera ha adoptado un bajo perfil mediático: el lunes a primera hora escapaba de los micrófonos en el Hotel Villa Magna de Madrid tras presentar de manera más breve que lo habitual a Inés Arrimadas en un desayuno de Europa Press, en el que insólitamente sólo hubo preguntas para el orador principal. El líder centrista, a la carrera, emplazaba a los medios a la habitual rueda de prensa posterior a la Ejecutiva de Ciudadanos, que se celebra cada quince días. Sin embargo, con la reunión ya en marcha, los informadores recibían la comunicación de que sería Villegas el encargado de atender a los medios. Tras algunas protestas en privado de los profesionales, el equipo de prensa cambiaba de nuevo la agenda del día para concertar una cita posterior al encuentro en el Congreso con los líderes de UGT y CCOO, Josep María Álvarez e Ignacio Fernández Toxo. Quince minutos de preguntas en un pasillo, las primeras a las que se enfrentaba en varios días, en las que Rivera dejaba claro un llamamiento a PP y Podemos: "Creo que algunos, si no gobiernan, podrían dejarnos gobernar". Concluía así una respuesta en la que trataba de zafarse de la pregunta sobre los cálculos para llevar a buen puerto una investidura con la sola abstención de Podemos, algo insuficiente sin otros apoyos que sumar a los 131 cosechados hace un mes por Sánchez. En su cabeza estaba ya la solución de pedirle un sí a Iglesias que, como a nadie se le escapa, parece muy difícil que el líder podemita pueda conceder, mucho más si la condición es quedarse en la oposición.

Los temores de Podemos

Sin embargo, en Ciudadanos cunde el convencimiento de que Podemos teme, ahora más que nunca, la repetición electoral. Creen que unos dirigentes tan pendientes de la demoscopia como Iglesias e Iñigo Errejón tienen muy en cuenta su bajada en intención de voto, acentuada por la crisis interna en el que el enfrentamiento entre los números uno y dos del partido es la piedra angular.

El movimiento de Rivera es atrevido, sin duda, y muy difícil de lograr. Pero puede tener otra virtud: obligar al PP a mover ficha ante el "riesgo" de que Sánchez se eche en manos de "los populistas y los separatistas" como insisten estos días varios dirigentes centristas. Lo cierto es que, salvo sorpresa mayúscula, la "vía del 199" a la que aludió Sánchez tras su encuentro con Iglesias, fruto de sumar los escaños de socialistas, podemitas y centristas, podría quedar dinamitada cuando el jueves o el viernes los representantes de Ciudadanos le digan su particular "son lentejas" a Iglesias: o un sí y a la oposición (algo que en Ciudadanos creen que puede el líder de Podemos puede vender a su electorado, pues se habría desalojado al PP de La Moncloa) o será el partido naranja quien decida romper unilateralmente el acuerdo que firmaron solemnemente con el PSOE el pasado 24 de febrero.

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