De nada le ha servido al Inspector General de Ejército, el teniente general Ricardo Álvarez Espejo, ninguno de sus acercamientos a las autoridades municipales y autonómicas catalanas. Ha acudido a cuanto acto oficial ha sido necesario y se ha tenido que enfrentar a miradas hostiles, insultos y abucheos en las tomas de posesión de Ada Colau y de Carles Puigdemont, así como a un notorio cordón sanitario institucional.
Los partidos que gobiernan Generalidad y Ayuntamiento de Barcelona no quieren al Ejército y tratan de demostrarlo a la más mínima ocasión. La última, con motivo del próximo Salón de la Enseñanza, un certamen tradicional en Barcelona donde los niños y jóvenes tienen ocasión de aproximarse a oficios, profesiones y propuestas de formación para su futuro. En ese recinto, el pabellón del Ejército es el más concurrido año tras año por miles de adolescentes, tanto por el material que se exhibe como por la exposición de la oferta formativa de las Fuerzas Armadas y sus salidas laborales.
Esta "feria" de la enseñanza, que se celebra entre el 9 y el 13 próximos puede ser la última en la que participe el Ejército si prospera la intención del gobierno autonómico de vetar su presencia en unos actos que son competencia de la consejería de Enseñanza, la misma que elabora ejercicios lingüísticos en los que se presenta a los culés como simpáticos y listos y a los del Espanyol como unos asnos maleducados. La titular del departamento, la republicana Meritxell Ruiz, ha prometido que se cumplirá una resolución del Parlament de 2015 en la que se exponía que el hecho de que el Ejército estuviera en el Saló del Ensenyament era "contradictorio con el proceso de liberación nacional". No volverá a pasar, ha prometido la consejera requerida por una diputada de la CUP.
Para no quedarse atrás, la alcaldesa Colau y su concejala Laia Ortíz han avisado a la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de que debe desalojar las instalaciones que utiliza legalmente como sede social en los antiguos cuarteles de San Andrés, fruto de un convenio de cesión aprobado en 2013 por el entonces alcalde Xavier Trias. Los legionarios aprovechan un área del patio de las instalaciones para ensayar los desfiles en la procesión del Cristo de la Buena Muerte, que ya sólo se celebra en la parroquia del Hospitalet de Llobregat regida por el sacerdote Custodio Ballester, a quien el Ayuntamiento, del PSC, ha querido expulsar de la ciudad por semejante osadía.